Poco antes de su brutal asesinato, Manuel Culla, un naturópata con consulta en Castellón, llamó a su hermana Consuelo desde su domicilio en el mismo centro de la ciudad. Quería tranquilizarla y decirle que ya estaba en casa sano y salvo, a su regreso del viaje desde su pueblo natal de Vall de Almonacid.
Sus familiares, como siempre, habían colocado un ramo de espliego en su coche antes de partir. “Cuídate, bonico”, le dijo su hermana por teléfono a las ocho y cuarto de la tarde. A la mañana siguiente su hijo Alex lo encontró muerto, semidesnudo, maniatado, estrangulado con sus sábanas, y rematado en la cabeza con un crucifijo de mármol.
La policía sospecha que alguien conocido entró con permiso de la víctima en la vivienda donde tenía su consulta, ubicada junto a la céntrica Puerta del Sol. Un piso de lujo en alquiler donde alguien acabó con su vida. Culla ofrecía consejos de salud cada miércoles en una emisora de televisión local de Castellón, bajo el epígrafe Para vivir mejor.
El programa llevaba cuatro años en antena, pero sus compañeros no llegaron a conocer a Culla del todo, le consideraban un hombre “reservado” y creían que había en él “algo extraño”.
La policía científica no descarta en el crimen un móvil sexual, pero tampoco razones económicas. El lunes, un portavoz calificó el asesinato de demasiado “escabroso”.
Manuel Culla estaba separado y era padre de cuatro hijos, que no se explican lo ocurrido. Conocedor del hinduismo, estudió filosofía en Barcelona y periodismo en la antigua escuela de la Iglesia. Se había afincado en Castellón en 1998, donde abrió una consulta de técnicas de shiatsu, fitoterapia e hidroterapia.