En 1992 Pepe Fierro conoció a un gran naturópata, don Rosendo Argüello Ramírez (graduado en Naturopatía en la escuela de Benedict Lust), que, según Pepe Fierro, le habló de la posibilidad de montar en Nicaragua un Centro de Estudios de Naturopatía dentro de la Uponic. Se habló con el rector Adrián Meza Castellanos y nos juntamos con un par de colaboradores médicos y se fundó el Centro de Estudios de Naturopatía con carácter universitario
Pero como todo lo que se aprende en la vida no se olvida, Pepe optó por poner en práctica la carrera de Naturopatía que estudió en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Uponic), e instaló en su rancho (el Rancho de Pepe) un centro naturopático y antiestrés.
Después de terminar la carrera de Naturopatía Pepe viajó a México, donde conoció a unos chamanes (que se dedican a toda la naturopatía mesoamericana tradicional), “los que me educaron, me enseñaron bastantes técnicas y, cuando regresé después de estar con los grupos indígenas (lacandones) de Chiapas, ellos me dijeron que el compromiso mío era de que cuando regresara a Nicaragua tenía que montar un temazcalli (baño sauna de los indígenas).
Temazcalli significa casa de sudar. Es un recinto pequeño donde la gente se introduce, luego se meten piedras volcánicas calientes que han sido quemadas, y al echarle agua producen una evaporación increíble a una temperatura de 45 a 50 grados.
Además de eso hay una incorporación de energía, porque esas piedras al ser calentadas absorben gases del medio ambiente, entre éstos el ozono, en microdosis ambientales. Cuando ese vapor se expande en la casa de sudar, es tan energético y tiene tanto oxígeno que va directivamente a las vías respiratorias y llega a toda la sangre, y no hay bacterias ni virus que aguanten. Es como un antibiótico natural, pero sin efectos secundarios; mata los virus y bacterias que uno anda en el organismo.
Dice Pepe que aparte de eso, se introduce en la casa de sudar plantas medicinales que se producen en el país, para que haya más energía, y se oxigena más el recinto con enzimas vegetales.
En el temazcalli la persona pasa unos 40 minutos. Al salir se da un baño al tiempo para cerrar los poros que se abrieron. En ese proceso de sudar el cuerpo pierde casi dos litros de agua, y por eso hay que consumir jugos o té. Por los poros que se han abierto se excretan las toxinas que andaba el cuerpo, “producto de lo que comemos, lo que bebemos y fumamos”.
Después sigue un baño de barro volcánico o arcilla, que el centro trae de la zona de Mozonte, Ocotal y Somoto. Esa arcilla lo que hace es incorporar al cuerpo sales, pero también extrae las impurezas. Posteriormente hay otro baño de sábila, un vegetal que con su gel crea una película protectora en la piel e incorpora silicatos de aluminio que son claves para el sistema de los tendones, tejidos y músculos.
Después se pasa a la hidratación en un jacuzzi con agua de mar y algas micronizadas. Esto es recomendable para aquellas mujeres con más de 50 años y propensas a la osteoporosis, porque les ayudará a restablecer el calcio en los huesos.
Posteriormente, los que hacen uso de esos baños pasan a la cámara de ozonoterapia, un equipo que Pepe (pues también es ingeniero eléctrico) fabricó. Ésta produce microdosis de ozono que ingresan por la piel a través de ósmosis y ventilación del pulmón. Aquí pasan entre diez y 15 minutos. Esto le permite a las personas regularse el stress.
Todo este proceso tarda unas dos horas. La gente se viste con atuendos de playa, y “nosotros le proveemos los jugos y el té. Estamos cobrando diez dólares por persona los fines de semana. Por la semana el centro atiende a niños que envían algunas alcaldías del país, son menores que han sido huelepega”.
“En dos o tres sesiones de baño nosotros logramos que todas las impurezas que se han alojado en el cuerpo salgan”, dice Pepe, quien aseguró que este tratamiento puede rehabilitar a un alcohólico o a cualquier fumador empedernido. Además, dijo que tiene en tratamiento a personas con cáncer y con sida, “porque ayuda a evitar que la persona esté débil”.
Recrear el temazcalli es recrear la cultura maya, azteca y de los indígenas norteamericanos, que es milenaria. El temazcalli lleva tres años de estar funcionando en el Rancho de Pepe (kilómetro diez y medio de la carretera sur), aunque siempre con grupos reducidos, “pero ahora estamos ampliando el servicio a extranjeros, gente de las embajadas, y queremos incorporarlo en lo que se denomina turismo de salud”.