Los seres humanos estamos supeditados a ciertas normas de vida, conforme a leyes naturales que no deben ser transgredidas.
Hufeland en su obra “Macrobiótica” dice que el hombre está hecho para vivir 200 años. Si enferma y muere antes es porque vive mal. El hombre actual, débil y desdentado, presenta múltiples señales de degeneración.
El vigor y la salud eran perfectos entre nuestros antepasados, al igual que algunas tribus que aun viven aisladas en la selva. El hombre moderno se ha vuelto sedentario y está perdiendo sus aptitudes naturales de movilidad.
Una vida natural, con aire y sol, alimentación equilibrada, actividad y reposo correctamente ordenados, son los verdaderos factores de salud y longevidad.
Que la enfermedad sea aguda, crónica o degenerativa es debido a las transgresiones y sus síntomas representan los esfuerzos del organismo para adaptarse a las condiciones inadecuadas de la vida.
Todos nacemos con una determinada “Fuerza Vital” que es la salud y energía innata, pero esta se desgasta por excesos o carencias, estrés, mala calidad de los alimentos y nuestra propia decadencia.
La medicina clásica es reacia a los métodos naturales de salud, si bien entre las personas va entrando esta forma de vida que regresa en su filosofía a los orígenes naturales, la química no todo lo arregla y a veces aunque así lo haga, los efectos secundarios pueden ser peores que la propia enfermedad.
El abandono de las costumbres sanas y naturales y el caer en el tabaquismo, malos ambientes de respiración, mala alimentación y la drogadicción son factores que inciden en la mortandad de las personas.
Un aforismo dice “Lo que mantiene la salud cura la enfermedad”.
Fuente: Naturópata Masdeu