Las maestras de Giuseppe tenían a su mamá, Tharsy Quiroz, “verde” con las quejas por su comportamiento inquieto. El segundo grado fue una pesadilla porque el niño tenía dificultad para concentrarse. Ante la presión de la escuela, Quiroz lo llevó a una evaluación psicológica. El diagnóstico: trastorno por déficit de atención con hiperactividad (conocido por sus siglas en inglés, ADHD). La solución: fármacos sedativos. El niño se calmó, pero a tal extremo que “me daba pena verlo tan tranquilo”.
Bárbara Fritz es la típica abuela con una gran devoción por sus nietos. Jonathan estaba muy distraído en el aula y fue diagnosticado con trastorno por déficit de atención y dislexia. Con pastillas, el niño mostró progreso, pero a los meses comenzó a padecer fuertes dolores de estómago, cansancio y taquicardia. Las medicinas le habían causado un daño que se pensó irreversible al hígado y el tratamiento propuesto fue cambiarlo de medicamento.
Tanto Quiroz como Fritz decidieron buscar una alternativa. Ambas se habían tratado condiciones de dolor con el naturópata y practicante primario Michael Lemus y decidieron contactarlo.
El naturópata cubano lleva unos 25 años tratando niños con problemas de aprendizaje y comportamiento, más una práctica de eliminación del dolor y otros males para adultos. Su especialidad es la terapia cráneo-sacral, una técnica manual que, a través de manipulaciones muy suaves aplicadas en el cráneo, consigue aliviar dolores crónicos, mejorar lesiones y eliminar traumas físicos y emocionales que pueden manifestarse en el cuerpo.
Según explica Lemus, “cuando un hueso se funde con el otro, las suturas pueden quedar imperfectas y éstos se pueden mover. Esto afecta el fluido del líquido cefálico, que tiene como misión el refrescar las células y aportar nutrientes al sistema nervioso”.
Cualquier tensión en el sistema cráneo-sacral afecta al resto del organismo, sostiene el experto en la terapia cráneo-sacral desarrollada por William Sutherland. “Estas alteraciones pueden suceder al nacer, por una fiebre alta, un golpe al cráneo u otras razones”.
“Un niño autista puede tener hiperactividad, dificultades en el aprendizaje o falta de concentración provocadas por la tensión que se acumula dentro del cráneo. Esto no se refleja con una placa de rayos X. Con la terapia reducimos la tensión en el cerebro, lo que logra un efecto tranquilizante”, explica el doctor en acupuntura, herbología, bioquímica y nutrición.
Lemus se distingue por evaluar los padecimientos de cada niño. “Veo a un niño como una entidad, no hay dos casos iguales. Medimos cómo responde a los estímulos, su rapidez, y cómo reacciona si se equivoca, si se frustra fácilmente. Realizamos exámenes sanguíneos convencionales para asegurarnos de que no tiene alergias o deficiencias nutricionales que pueda afectar su comportamiento”.
La práctica de Lemus integra varias terapias. El tratamiento varía para cada niño, pero puede consistir de desintoxicación; ejercicios heterolaterales (ambas partes del cuerpo) y de coordinación, movimientos que desarrollan el equilibrio y la parte cognitiva; terapia musical; ejercicios educativos computadorizados y terapia de comportamiento, además de la manipulación craneal. “La magia está en el engranaje de diferentes enfoques, lograr la combinación que dará resultado”, exaltó el galeno quien se acompaña de sus hijos Ralph y Michael en la clínica.
En el caso de Giuseppe el niño resultó tener extrema sensibilidad al azúcar y otros alimentos, lo que obligó a Quiroz a cambiar su estilo de vida. “No ha sido fácil la parte de la dieta, pero él ya sabe las cosas que puede comer y las que no”, cuenta su madre. “Poco a poco se irán reintegrando cosas como helado y cake, pero todavía no. Cuando comía dulces a escondidas lo notaba de inmediato, a veces se me escapaba y tomaba una soda, pero su comportamiento lo delataba”,.
Giuseppe, hoy de nueve años, lleva en tratamiento un año. Aunque aún toma medicamentos para su hiperactividad, la dosis es menos de la mitad que cuando comenzó a ver al doctor. “Poco a poco hemos bajado la dosis. En la escuela, las maestras están sorprendidas por el progreso. He notado el cambio hasta en sus zapatos, antes los destrozaba en menos de un mes, ahora le duran más”, señala Tharsy Quiroz.
Cuando Jonathan, de 11 años, llegó a la consulta de Lemus, éste le recetó suplementos vitamínicos que lograron que su hígado se recuperara. El estudiante de tercer grado ahora sólo ve al doctor cada tres meses, como seguimiento. “El se frustraba y estaba muy nervioso, pero ahora le va espectacular, está en el cuadro de honor”, señala su abuela. “Cuando llega del colegio se sienta y hace sus tareas; antes no podía quedarse quieto”.
Lemus opina que la medicina convencional no tiene una cura para la hiperactividad y que los medicamentos acostumbran a los niños a falsos estímulos que los harán dependientes. “Unimos las terapias, con los esfuerzos de un educador y un nutricionista. Yo solo no tengo la respuesta. Aquí se hace suficiente cambio para que el resto de los educadores hagan su trabajo. Por ejemplo, un niño autista no saldrá de aquí hablando correctamente, sino que tendrá que ir a la terapia del habla; pero el terapista encontrará a un niño receptivo”, manifestó • .
Lemus Natural Health, 11401 SW 40th St, Suite 120, Miami, (305) 669-9689.
Fuente: El Nuevo Herald