¿Qué es eso de la naturopatía?
Puede parecer una pregunta trampa o ingenua, pero en realidad nos encontramos en muchas ocasiones que hay personas que acuden a consultarnos porque han oído que es una técnica natural, sin efectos secundarios, que no usa productos químicos o que carece de peligro alguno…
Pero en realidad ninguna de estas cosas es del todo cierta.
Matizando
Es natural, pero no porque use directamente productos de la naturaleza. A veces el proceso de fabricación es muy complejo y nada tiene que ver con usar las cosas tal y como las encontramos. La fitoterapia (utilización de las propiedades terapéuticas de las plantas) no sólo se basa en mezclas, sino en fabricar preparados que soporten bastante tiempo sin degradarse, a diversas temperaturas, que sean de fácil asimilación o que tengan un sabor aceptable. La homeopatía necesita un proceso de diluciones y agitaciones sencillo pero en el que se necesita mucha paciencia o máquinas que lo realicen. La oligoterapia precisa conseguir las dosis precisas de cada mineral. Y así podríamos hablar de cada una de ellas.
Los efectos secundarios existen. Casi todas las plantas los tienen así como contraindicaciones. Es cierto que en la mayoría de los casos son menores que los de los medicamentos farmacológicos, pero existen. De técnicas como la homeopatía o las flores de Bach, son conocidos sus “efectos rebote”.
Entonces ¿qué tiene de distinto la naturopatía con la medicina académica?
En la mayoría de los casos, lo que se pretende es estimular al propio organismo para que sea él mismo quien reaccione ante el proceso de desrregulación (lo que comunmente llamamos enfermedad). De esta manera no sería en sí cuestión de aportar componentes que, por ejemplo, aumenten como tal la inmunología, sino de estimular la propia inmunología. Es decir, se trataría no tanto de traer nuevos soldados como de dirigir adecuadamente a los que hay.
Cierto es que en muchas ocasiones los naturópatas aconsejamos productos que directamente son “soldados”. Podemos optar por una equinácea, un propóleo o una vitamina C para un proceso catarral, pero la intención no es quedarnos directamente ahí, sino indagar sobre las causas que lo han producido, la facilidad de la persona para padecerlo y la manera de que se vuelva a producir lo menos posible o lo menos fuerte posible.
Profundizando
Y ahí llega la parte más complicada de las técnicas naturales y a la vez la más significativa.
Para explicarlo voy a recurrir a un ejemplo.
Imaginemos que una persona tiene un resfriado común y decide tratarlo con técnicas naturales.
El profesional puede actuar desde varias vertientes. En realidad debe hacerlo desde todas ellas a la vez.
Primero debe tratar el problema físico aumentando la inmunología y proporcionando al organismo lo necesario para que reaccione ante la infección.
Pero también debe indagar sobre la causa más cercana que lo ha producido. Digamos que sería aconsejar a la persona que no salga a la terraza con poca ropa cuando hay bajas temperaturas.
Eso, evidentemente no es suficiente. También debe investigar sobre la facilidad de esa persona para tener ese tipo de cuadros. Es decir ¿por qué esa persona tiene tantos resfriados? ¿Es un problema inmunológico? ¿Orgánico? ¿Alimenticio? ¿Vitamínico?
Y lo más complicado, que es indagar si hubiera motivos psicológicos que faciliten ese tipo de problemas.
Este punto puede parecer curioso pero lo verdaderamente sorprendente es la cantidad de veces en las que un proceso aparentemente físico es tratado con una terapia energética (como la homeopatía) desde un punto de vista de constitución o de comportamiento sin aportar nada para el propio cuadro agudo… y la persona mejora.
Voy a poner un caso totalmente real.
Se trata de una persona que acude con una infección urinaria aguda. El problema es que se repite el cuadro cada poco tiempo y los antibióticos cada vez le hacen menos efecto además de estar afectando su flora intestinal.
Tras una conversación llena de preguntas aparentemente inconexas y algunas sin sentido, además de algunas plantas con tropismo especial para las vías urinarias y con propiedades antibacterianas (Gayuba y Arándano en este caso), decido aconsejarle Staphysagria a alta dilución homeopática.
La Staphysagria no trata las infecciones urinarias como tal, pero se lo aconsejo porque veo que esa repetición proviene de un sentimiento de humillación.
A las pocas semanas la persona me llama diciendo que no se le ha vuelto a repetir un proceso que en épocas anteriores debería haber aparecido al menos tres veces.
En este caso he tratado a la persona de manera global (u holística, como ahora también se denomina). Sus órganos están conectados entre ellos a través de la sangre, de las hormonas, de sus sistema nervioso… no son departamentos aislados que deben tratarse por separado. Pero la persona también es un todo físico y psíquico. Sus emociones y sus sentimientos repercuten (para bien y para mal) en su funcionamiento orgánico. Además, la persona es también parte de su alrededor, y lo que en él suceda le afecta y así debe considerarse.
A partir de ahí, el ayudar a esa persona con fitoterapia, homeopatía, flores de Bach, medicina china, oligoterapia o cualquier otra técnica, es lo de menos. Lo importante es el planteamiento, la evaluación global, indagar las causas, entender a la persona, ver cuáles son sus problemas, cómo le afectan y cómo reacciona ante ellos. Lo importante es entender su personalidad, su punto de vista y en qué lugar se siente en el mundo que le rodea. Lo importante es indagar sobre sus temores, sus amores, su concepción de la vida –y de la muerte- y de las relaciones que surgen de todo ello.
Y si se puede llegar a alguna conclusión uniendo todo esto con algo de intuición, de experiencia y de entrega, posiblemente se le pueda ayudar.
Incluso más que a superar un simple resfriado.
Eso es la naturopatía. Eso es practicar las técnicas naturales.