El ajo es uno de los alimentos que más desintoxica el organismo. Su alto contenido de azufre es lo que le da el sabor y las grandes propiedades.
Pablo de la Iglesia (naturópata) nos cuenta que el Departamento Estadounidense de Agricultura Humana y Centro de Nutrición de Beltsville ha realizado investigaciones que verifican que el ajo reduce los niveles de lípidos (reduce el colesterol “malo” LDL y aumenta el colesterol “bueno” HDL) y glucosa en la sangre, aumentando de manera simultánea el nivel de insulina circulante. “Este último punto de interés especial para los diabéticos, se cree que es posible por medio de varios compuestos presentes en el ajo que reducen la velocidad con la cual el hígado elimina la insulina”, afirma de la Iglesia y agrega “por supuesto, estas propiedades revalidadas científicamente se asocian a otras conocidas como su poder inmunoestimulante, antiparasitario, antireumático, entre otras”.
El profesor Suen Harmtrong asegura que “el ajo ayuda a prevenir y curar todas las enfermedades de las vías respiratorias, es uno de los remedios más efectivos para aminorar la presión y tensión sanguínea, previene y disminuye el riesgo de padecer cardiopatías, desacelera el ritmo cardíaco (evitando mareos, dificultad al respirar o formación de gases en la digestión), es un excelente agente expulsor de gusanos, es antibacterial, antiviral y antimicótico, tiene un efecto de alivio en diversas diarreas y colitis, disminuye el estrés, ayuda a combatir el insomnio y a descansar bien durante la noche, durante el embarazo ayuda a incrementar el peso del bebé antes de nacer, frotándolo sobre la piel cicatriza más rápido las heridas y limpia los puntos negros, mejora la distribución de la grasa en el cuerpo y consumido en cantidad ayuda a combatir el cáncer”. Antes de continuar, me voy a tomar otro mate porque estoy exhausto.
Recordá que, si lo cocinás mucho, podés llegar a perder hasta un 90% de su efectividad y sabor. Por eso se recomienda consumirlo crudo o apenas salteado.
Ojo al piojo, que es de difícil digestión y anticoagulante. Por lo tanto, las personas que sufren gastritis y las que son de coagulación lenta no deben consumirlo crudo.
Además de su uso culinario, el ajo puede utilizarse como medicina de acuerdo a alguna de estas opciones que nos explica Pablo de la Iglesia:
- Supositorios: indicados para combatir los parásitos intestinales; normalmente se utiliza el extracto seco a razón de 100 a 250 mg. por unidad; mucho más práctico y accesible, es la aplicación por el ano de un ajo crudo untado en aceite de oliva virgen extra.
- Jugo: consumir 10 a 30 gotas por dosis, varias veces al día.
- Tintura: consumir 30/40 gotas, 3 veces al día.
- Uso externo: pomada compuesta por jugo de ajo y vaselina a partes iguales; se usa con fines antisépticos.
- Ajomiel: se colocan 400 gramos de ajos machacados en una botella de cuello ancho, se añade igual cantidad de vinagre de manzana y agua hasta cubrirlos. Se cierra la botella y se deja macerar durante cuatro días, agitando vigorosamente tres veces diarias. Finalmente se cuela el preparado, se agregan 250 grs. de miel, se agita bien y el preparado está listo para consumir a razón de una a dos cucharadas soperas antes de las principales comidas; se conserva por alrededor de un mes en lugar fresco o en el frigorífico. Esta versión no sería la más apropiada para los diabéticos, al menos hasta que la enfermedad este controlada por una dieta desintoxicante y enzimática; luego, las cantidades insignificantes de azúcar por toma podrían permitir que sea una buena opción.
- Ajoaceite: se emulsionan varios ajos machacados con aceite de oliva virgen extra hasta formar un pasta tipo mayonesa, y se dejan reposar dos o tres días.
- Decocción: se hierve una cabeza de ajo en un litro de agua durante cinco minutos y se beben tres tazas diarias; esta preparación pierde parte de las propiedades del ajo pero se evita el mal aliento y el olor corporal.
- Enemas: se preparan a razón de dos o tres cucharadas de ajoaceite por litro de agua.
- Crudo: se mastican de uno a tres ajos, preferentemente en ayunas.
- Inhalación: la inhalación de ajo triturado alivia la gripe, las anginas y catarros cuando recién se manifiestan; por supuesto, es un gran aliado en todo tipo de condiciones infecciosas.
- Jarabe: esta opción es ideal para la tos y la bronquitis. Se prepara hirviendo medio litro de agua, se apaga el fuego y se agregan cincuenta gramos de ajo picado. Tapar, dejar reposar doce horas y colar. Agregar miel y batir hasta conseguir un jarabe del que tomará una o dos cucharaditas tres veces al día. En este caso, estaría contraindicada para los diabéticos.
Fuente: Alimentación consciente