Al escuchar las vivencias de Pedro Larreta se hace difícil creer que solo tenga 65 años. Sus días parecen de más de 24 horas. Iridólogo y naturópata, regenta una tienda de herboristería en la calle Tejería, es presidente de la asociación de música de los años 60, toca en el grupo Anakos Huesos, impulsa y promueve fiestas en el Casco Viejo e incluso está escribiendo dos libros. Casado y con tres hijos, su familia le dice que no puede salir a la calle “porque todo el mundo me saluda”. Desprende positividad, después de un cambio en su modo de enfrentarse a la vida tras sufrir un accidente de coche en 1993. “Comencé a valorar más lo que es la vida y ahora intento ayudar a la gente y ser feliz con ello. Tengo mucha paz interior y siempre llevo una sonrisa en la boca”, afirma. Se considera social y servicial, y como último ejemplo cita el festival en favor de la curación de la niña Zaira Sardina Gil, en la que Anakos Huesos participó el pasado 6 de junio.
Nacido en la Rochapea, se considera de la Chantrea “de toda la vida” ya que con 3 años fue a vivir a este barrio, a una casa “en la zona de las huertas”. De esta infancia, entre naturaleza y animales, recuerda que se fijaba “en los pollos, que veía que tenían una mancha y que cuando comían unas hierbas se les pasaba”. Por eso, afirma rotundo que “hoy en día hay bastantes iridólogos y naturópatas, pero para esto se nace”. Montó su consulta en su establecimiento de Tejería en 1984, después de formarse con los profesores José Artigas y Jesús Urbiola y tras volver de un viaje de la India. “Estuve cinco años en Calcuta con una expedición de naturópatas y allí aprendí a meditar”, apunta.
Considera que las lecciones que en este país aprendió le sirvieron para su recuperación tras el accidente. “A los 15 días del choque noté que comenzaba a andar con dificultad y resulta que tenía la médula comprimida. Me quisieron operar y no me dejé. Pero no me mantuve en casa. Quería salir y venía a trabajar. Me obligaba a moverme”, explica. Para él, no es un hecho traumático, aunque ahora no pueda conducir o realizar esfuerzos. “No hay que descontar las cosas malas de la vida porque así te ayudan a diferenciar y conocer las buenas”, señala.
Actualmente, y después de recorrer Benidorm, Pamplona, Zaragoza, Villafranca del Penedés, Leganés y Vitoria pasando consultas antes de sufrir el accidente, ya no ejerce como visitador, pero continúa actuando como guía para quienes acuden a su local de Tejería. “A las personas que vienen les intento aconsejar siempre lo mejor posible; para mí no son clientes, así que intento que se vayan bien. Este trabajo requiere humildad porque no son buenos tiempos pero hay que defenderse”, argumenta. No cree que la medicina esté reñida con la naturopatía, sino que es “complementaria”. De hecho, “la ilusión de su vida”, según reconoce, es crear una clínica de reposo para personas con estrés que se base en los métodos naturales de la medicina.
MÚSICA Y FIESTA Como la mayoría de compañeros con los que comparte cartel en Anakos Huesos (Miguel Cenoz, Fernando Vega, José Antonio Huarte y Gerardo Mayo), Pedro se inició en la música durante su adolescencia, aprendiendo “de oído” y perfeccionando sus conocimientos en los últimos años gracias a sus compañeros. Llegó a trabajar en un programa de radio de entrevistas (El Club de los 60) y realizó conciertos “en Gayarre y en el cine Aitor”, como la mayor parte de integrantes de este conjunto, procedentes de muchas de las bandas juveniles que existían en aquellos años. “En Pamplona había mucho movimiento musical. Se hacían muchos festivales matinales y por las noches tocábamos en el antiguo kiosco de la plaza del Castillo”, recuerda.
Cuando acudió al servicio militar, su trayectoria musical sufrió un paréntesis hasta el año 2002. “Fernando Vega y yo quisimos hacerle un homenaje a Eduardo Madina, de Los Juniors, y aunque murió un mes antes, nos juntamos una gran parte de los grupos de aquellos años”, relata. A raíz de este acto, crearon un grupo mixto que se convirtió en Anakos Huesos. Desde entonces, continúan con actuaciones y homenajes, y su último CD incluye 60 canciones con versiones de los años 60 y 70. “Da una satisfacción tremenda a nivel personal. Toda la adrenalina que generas durante la semana se esfuma. Es nuestro rato de ocio y de diálogo”, resume.
Además de para tocar en la banda, Pedro también saca tiempo para impulsar actividades en el Casco Viejo. Fue uno de los promotores de las fiestas de la calle Tejería y es presidente de Los 13 de Tejería, una peña que nació en el año 1955 y que ha resurgido en los últimos años. Por su trabajo y estos vínculos con las personas y asociaciones que trabajan en el barrio pamplonés, es un fiel testigo de los cambios vividos en esta zona. “Hubo muchos años de droga y ahora hay un ambiente más sano, aunque desde Dormitalería hasta Tejería la calle está bastante muerta, sobre todo el comercio”, reflexiona.
Sus andanzas y actividades también se han extendido por otras zonas de Pamplona. Así, fue pionero del Futbito Rastro Chantrea, colaborador en el Trofeo Boscos y presidente de Txuri Urdin, un equipo de fútbol de Ansoáin. En un futuro próximo espera además poder publicar un libro que está preparando “para que los niños conozcan Pamplona a través de los animales”. No parece cansado y se dice “feliz”. “Preocupaciones y problemas tenemos todos. Pero si se es positivo es más fácil buscar una salida. Yo me quiero mucho a mí mismo y cada día me lo repito, y siempre busco dar positividad y paz a mi mente”, concluye.