“Tan bonita e inteligente ¿y sin novio? No te preocupes cuando menos te lo esperes aparecerá la mujer de tu vida”. “Es que eres muy exigente”, son algunas de las frases que las solteras y los solteros suelen escuchar de quienes están casados y desean que ellos también lo estén.
Esas etiquetas de “solterón o solterona”, que estos hombres y mujeres reciben, ya no son vistas como un problema, sino más bien como una ventana para la realización plena.
El 13 de febrero se celebra el Día Mundial de los Solteros, una corriente que surgió en el 2003 de manera espontánea en internet a manera de celebrar el dicho “Más vale solo que mal acompañado”, según cita el sitio solterossinfronteras.com.
Esta celebración también se lleva a cabo en China cada 11 de noviembre.¿Pero qué significa estar soltero? El término se deriva del latino solitarĭius y se define así al individuo que no ha contraído matrimonio ni tiene un vínculo sentimental estable. “La soltería, según las leyes, es el estado civil en el que se encuentran aquellas personas que aún no contraen un vínculo matrimonial”.
Tendencias
En Guatemala predominan los casados, pero con un escaso margen frente a los solteros, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, Encovi 2011. De una población de 10.1 millones —desde los 14 años, edad en la que un guatemalteco puede contraer matrimonio de forma legal— el 51 por ciento está casada, 49 por ciento está soltero.
Las tendencias mundiales indican que la cantidad de solteros va en aumento. Una nota de la BBC de Londres afirma que el número de matrimonios en Estados Unidos está disminuyendo drásticamente, mientras que el de personas que viven solas tiende a superar a quienes viven en pareja.
Según el censo de dicho país, en la década de 1950 la cantidad de matrimonios conformaban el 80 por ciento de todos los hogares. En la actualidad, constituyen el 50.7 por ciento.
Razones económicas
Explicar por qué en Occidente las personas se casan cada vez menos y aumentan los solteros, responde, en parte, a una teoría económica. Su exponente más fuerte es Gary Becker, premio Nobel de Economía 1992.
Según Becker, el matrimonio es rentable en tanto que cada cónyuge ofrece algo diferente y complementario al otro. Tradicionalmente el hombre se dedicaba al mercado laboral y la mujer a las tareas domésticas y la crianza de los hijos. En suma resultaba más rentable que permanecer soltero.
Sin embargo, cuando las mujeres expandieron su participación en el mercado laboral, el costo de oportunidad del matrimonio y de la maternidad es muy alto para ellas, sintetiza Juan Ignacio Martínez en el libro Nupcialidad y cambio social en España.
Destino o estación
Aparte de considerarse un hecho demográfico en aumento en países de Europa y Estados Unidos, también se prevé que la población pasará una mayor parte de su vida adulta sin pareja.
“Ese hecho concreto está convirtiendo rápidamente la soltería en un destino deseable en lugar de una estación a medio camino asediada por la ansiedad; un signo de independencia, más que un estigma de vergüenza”, afirma Jillian Strauss en Psychology Today y publicado en el periódico mexicano El Universal.
Strauss propone la necesidad de establecer un nuevo punto de vista sobre los solteros. “Encuentran que es preferible estar solos a estar en una relación insatisfactoria”, sostiene.
Las mujeres, especialmente, tienen todo lo que necesitan para llevar una vida independiente. No les avergüenza tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Pueden tener sexo sin tener hijos, y tener hijos sin tener sexo. Pueden ser autosuficientes financieramente y comprar bienes inmuebles.
Pero advierte que ni la vida en pareja ni como soltero es un boleto automático a la felicidad. “Mucho depende del logro de significativas metas de vida y de la calidad de la relaciones que establece la persona”, acota.
Divergente
La Naturópata y psicológica guatemalteca Stephanie Guilá, de Boston Clinical Consulting, ubicada en la zona 15, difiere con estas teorías, pues considera que es muy distinto el escenario en los países del Norte con los latinoamericanos, debido a la diferencia de culturas.
Señala que una tendencia actual es prolongar la adolescencia, llamada adultecencia, la cual abarca jóvenes entre los 20 a los 28 años o más, que viven en casa de los papás con los privilegios de un hijo que no trabaja, es decir, sin aportar a la economía del hogar.
“Son hijos muy dependientes, y en la medida que tienen mayor dependencia económica también la emocional es mayor, lo cual promueve que sean irresponsables”, explica. Una vez superada esta etapa, abandonan el hogar y viven la soltería como adultos.
De acuerdo a su experiencia, las mujeres guatemaltecas aún atraviesan la presión por casarse y tener hijos. “Parte de la cultura es nuestro reloj biológico para ser madres antes de los 35 años”, resalta.
De esa cuenta, pasados los 30 años, en lo privado son muy marcados los cuadros de ansiedad, angustia y depresión. “De cada 10 solteros, siete presentan cuadros depresivos”, expone.
“No es una decisión de vida sino al final es lo que sucedió, y en el fondo de su corazón les afecta”, refiere, a lo cual se suma que los círculos sociales se van reduciendo hacia el grupo de los fiesteros y los casados.
“No reconozco ventajas”, sostiene Guilá quien se apoya en distintas teorías. “Las personas necesitamos vivir acompañadas. La tendencia de ser autosuficiente y hasta con ciertos rasgos de narcisismo laboral e intelectual nunca va a compensar una vida en pareja”, dice la Naturópata y psicológa.