Todos tenemos de estar orgullos@s de ser Naturópatas, y sacar pecho cuando se nos pone en el punto de mira injustamente, ya que los Profesionales Naturópatas lo uníco que hacemos es ofrecer un Servicio Profesional de Naturopatía para mejorar la salud, bienestar y calidad de vida de las personas.
La Profesión Naturopática exige, además de una competencia profesional, una profunda dimensión ética plasmada en la ética profesional que se ocupa de los deberes que surgen en relación con el ejercicio de la Naturopatía.
Así pues, deducimos que los dos compromisos fundamentales del Profesional Naturópata son:
En primer lugar, tener los conocimientos teóricos – prácticos necesarios y suficientes para ofrecer Servicios Profesionales de Naturopatía de calidad. Estos se adquieren por medio del estudio y aprendizaje de los contenidos teóricos –prácticos, siendo estos imprescindibles.
Pero enseguida, y de forma simultánea, se llega a se Naturópata –y no sólo a saber Naturopatía- cuando a través de la vida profesional del Naturópata se es capaz de enseñar, de transmitir con la propia actitud, lo que implica ser Naturópata. Y al decir “actitud” queremos decir compromiso; cualquier labor humana llevada a cabo con conocimiento, compromiso y entrega vocacional, es capaz de generar en el otro ese mismo compromiso y participación – colaboración en su proceso de salud, y en ello consiste el aprendizaje empático. Y es ese aprendizaje empático activo el que después fundamentará y permitirá otros tipos de aprendizaje teóricos y técnicos. Pero esa base empática original será la que perfile y determine todo aquello que después, en un futuro, el Naturópata llegará a ser.
Ha llegado el momento. Es hora de dejarnos ver, de darnos a conocer, de ser valorad@s, de evolucionar, y si es necesario, de revolucionarnos. Es hora de gritar bien fuerte ¡Soy Profesional Naturópata!.
Hoy, los protagonistas somos nosotr@s, los Profesionales Naturópatas de hoy.