Naturopatía: Medicina Natural, Medicina Alternativa, Medicina Complementaria…
Cuando hablamos de Naturopatía, ¿Qué queremos decir realmente? Si decimos Medicina Natural ¿Es que se trata de un médico que receta cosas naturales? Y Medicina Alternativa ¿Adquiere este adjetivo porque queda simplemente relegada a ser la “otra opción”? O Medicina Complementaria, pero ¿A quién y como complementa?.
Considero importante concretar con certeza su significado, pues así sabremos de verdad qué buscamos y qué obtendremos de una consulta con nuestro Naturópata.
Podríamos comenzar por definir el término Naturopatía de una forma específica:
“La Naturopatía es la Ciencia y Arte que Estudia y Trata la Salud, las Disfunción y la Enfermedad a través de la naturaleza de cada Paciente y con elementos de la propia Naturaleza.”
Así bien, de una forma desglosada y sencilla, expresamos lo siguiente:
Es un método científico, por eso es Ciencia, ya que todo aquello que recomendamos a nuestro paciente ha sido verificado previamente como beneficioso. Bien porque cura o bien porque optimiza su salud previniendo la aparición de patologías.
Al basarnos en la medicina tradicional, hemos de huir de aquellas curas antiguas que carecían de fines terapéuticos, pues sólo se justifican nuestras recomendaciones cuando se apoyan en ensayos previos de alta evidencia científica.
O bien que una práctica tradicional haya ido pasando de generación en generación porque, aún desconociendo el principio activo que le hace funcionar, realmente el conjunto de personas beneficiadas es tan constante que marca así su propia evidencia, aún careciendo de un ensayo clínico concreto. Pues muchas veces no es sólo la parte química, su principio activo, el que cura; sino que influye también la parte energética de dicho elemento o bien por ejemplo la vibración conjunta del todo. Y esto es difícilmente demostrable en laboratorio, sólo la experiencia lo determina.
Por otro lado es Arte, parte totalmente protagonizada por el Terapeuta en sí. En él radica la responsabilidad de que este arte se produzca. Pues ha de saber llegar al paciente, personalizar cada consulta, empatizar no sólo con su caso clínico sino también con su persona, sus sentimientos, el yo personal de cada uno y que tanto condiciona nuestra salud.
Por ello no hemos de curar enfermedades sino enfermos, ni dar protocolos preventivos genéricos sino buscar aquello que la persona que tenemos delante necesita, aquello que potencia su salud pero al tiempo aumenta su felicidad. Mejoramos por tanto la calidad de vida del paciente tanto física como psíquica, ya que una sin la otra carecen de sentido y son inseparables.
De esta manera antes de Tratar hemos de Estudiar, mirar más allá, dentro de cada persona. Él nos transmite una inquietud, un problema o un deseo de salud, pero hemos de aprender a no quedarnos en la “primera capa de la cebolla”, pues puede que los buenos resultados de nuestra terapia dependan justamente de la última de dichas capas, y que en esta última esté todo lo necesario para que la persona se sienta bien, se sienta viva.
Es por tanto que hablamos del término terreno, todo aquel inmenso contexto en el que se mueve la persona y que condiciona su estado. De ahí que cada uno respondamos diferente ante un mismo tratamiento y un patología que parece idéntica, pero nunca lo es, ya que se desarrolla en un “terreno” distinto. Recordemos la vieja expresión “Cada persona es un mundo” o “Yo soy yo y mis circunstancias”.
Así, atendiendo al terreno, es cuando valoramos la naturaleza de nuestro propio Paciente, es decir, el nivel de su energía vital. Pues no podemos hacer el mismo tratamiento para un paciente joven que uno más mayor o que ya ha padecido desgastes energéticos anteriores a lo largo de su vida, aunque presenten la misma patología.
El paciente es finalmente el que manda, el que nos indica, y no los síntomas o la definición aislada de su enfermedad. Su fuerza vital marcará la elección de un tratamiento más suave a largo plazo o uno que exija un esfuerzo agudo y más rápido a su organismo. Esto explica porque en realidad la Naturopatía se basa en buscar aquel elemento que ponga en marcha tu salud, pero es realmente uno mismo, su cuerpo y sus reservas las que se curan. Nosotros le proporcionamos aquel elemento que falta para que todo arranque y el cuerpo se ponga a funcionar en el buen camino; pues está perdido, se ha equivocado o algún intruso lo ha intoxicado. Le damos la pieza que haga de sustrato hacia la mejoría. El mérito en realidad es de la naturaleza de nuestro organismo y por ello hemos de saber hasta qué punto le podemos pedir un esfuerzo y cuánta ayuda necesita.
Y a la hora de elegir nuestros medios, ya sea para curar o para prevenir u optimizar, hemos de acudir a aquello que la misma Naturaleza nos regala. De esta forma sabemos que nunca obtendremos efectos secundarios negativos y que si existe es porque es necesario y tiene una función para el ser humano.
En todo caso no sólo hablamos de Enfermos, también de personas Sanas o bien con Disfunciones. Pues en realidad deberíamos aprender a acudir al consejo de nuestro Naturópata antes de que la enfermedad se haya manifestado. Ya que es el momento en que disponemos de mayor energía como para potenciar nuestra salud de una forma sencilla y no requerir cuidados mayores posteriores que exigen un mayor desgaste. Somos responsables de nuestra propia salud, hemos de conocernos mucho a nosotros mismos y así saber cómo nos encontramos y con ello poner medidas. Cuando se manifiesta la enfermedad ya existe un daño evidente, pero antes hemos pasado por el estado de disfunción, punto medio entre la salud y la enfermedad, donde más a menudo sin saberlo nos encontramos. Ya que aquí las pruebas diagnósticas médicas son a la vista perfectas, pero en cambio no nos sentimos bien.
Es el cuerpo que nos avisa, enciende pequeñas luces amarillas antes de ponerse en rojo para que tú te precipites y te encamines hacia la vicariación regresiva (hacia la salud) aún cuando estás fuerte para luchar y redirigirte de una manera rápida. Algo que no es posible si no nos escuchamos, no nos observamos, o no nos sentimos. El Terapeuta está para ayudarnos, para elegir la mejor opción, para enseñarte a conocerte, para darte los medios que tú y sólo tu necesitas, para ser tu guía de salud, para que encuentres tu estado de máximo bienestar; pero finalmente la meta depende de ti. Como bien dijo Hipócrates “Cuando alguien desea la salud, primero hemos de preguntarle si está dispuesta a suprimir las causas de su enfermedad; sólo entonces es posible ayudar”.
Ninguna pastilla milagrosa curará tu patología, sólo reducirá momentáneamente los síntomas, pero el origen permanecerá inmune, y eso en parte depende de nosotros mismos y del compromiso con nuestra salud. Ya que la salud no consiste sólo en no sentir dolor, es sentirse bien, en perfecto equilibrio entre tu naturaleza y la que te envuelve.
Por todo ello concluimos, que el Naturópata no es simplemente un “Médico” Natural, es algo mucho más amplio. Y no sólo se presenta como una segunda Alternativa a la medicina alopática, es más bien un Complemento; pues ambas son compatibles y necesarias, ninguna de mayor o menor importancia. Pero si conocemos el significado de cada una de una forma correcta, podremos justificar acertadamente nuestros pasos hacia la buena praxis y con ello, hacia la buena salud.