La deficiencia de hierro en nuestro organismo es la causa más frecuente de anemia; esto sucede cuando los glóbulos rojos que forman la sangre son más pequeños del normal y su contenido en hemoglobina es menor.
La anemia más que una enfermedad en sí misma es un síntoma, por eso, su tratamiento adecuado requiere primero identificar la causa y no limitarse a tomar suplementos de hierro, pues, si bien estos aumentarían los niveles de hierro en sangre, también podrían enmascarar la existencia de algún problema gastrointestinal, como por ejemplo úlceras, pólipos o tumores.
En nuestra dieta, el hierro que obtenemos de alimentos de origen animal (hígado, carnes rojas, aves, pescado) es más biodisponible, es decir, se aprovecha mejor, que el hierro procedente de fuentes vegetales (pipas de calabaza y gira-solo, lentejas, perejil, almendras) La vitamina C de los cítricos incrementa la absorción del hierro, mientras que alimentos como el té, café, chocolate o proteína de soja la reducen. Hay algunos medicamentos, como por ejemplo los antiácidos, que interfieren en la absorción del hierro, por eso, es una buena costumbre separar dos horas la toma de suplementos de hierro de la toma de ningún medicamento o fibra.
Se calcula que una cuarta parte de la población mundial presenta deficiencia crónica de hierro. Aun así, no se tendrían que tomar suplementos de hierro hasta que quedara patentiza la carencia de este elemento con una analítica de sangre. Se tiene que tener presente que un exceso de hierro resultaría nocivo por el cuerpo porque sería altamente oxidando y aceleraría el envejecimiento de las células.