Manuel Lezaeta Acharán nace el 17 de junio de 1881 en Santiago de Chile. Pertenece, al grupo de Naturópatas no titulados, aunque su aceptación como tal se realizo a través de la exposición que realizó en el el Congreso Mundial de Naturopatía celebrado en New York desde el 27 de Julio al 2 de Agosto de 1947 y organizado por la American Naturipathic ASS..
Provenía de una familia que poseía buena posición social y abundantes recursos económicos, pero esto no le garantizó a tener una buena salud. Desde su infancia, padeció trastornos digestivos, los cuales se complicaron a los 18 años, teniendo una grave infección venérea, en ese tiempo la temática sexual era todavía tabú y no había sido abierta a las más elementales precauciones higiénicas.
Comenzó sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, sus visitas a los médicos. Diagnosticado de gonorrea y sífilis, no le concedieron la menor esperanza de curación. Olvidado de sus estudios, Lezaeta recorría las consultas de los mejores especialistas del país, buscando una solución que nunca obtenía, cada vez más cargado su organismo con las acumulaciones tóxicas de los compuestos mercuriales típicos, que en nada aliviaban su penosa condición. Estando en un balneario al sur de Chile, y cuando había perdido prácticamente toda esperanza, se tropezó en uno de los pasillos con un sacerdote capuchino quien, quien le tomó bajo su protección y comenzó una curación por medios naturales. Se trataba del Padre Tadeo de Visent, quien había obtenido cierta reputación por medio de sus técnicas hidrológicas.
Este nuevo Kneipp, se tropezó con toda la incredulidad de un joven estudiante de medicina, formado en los conceptos materialistas y fármaco- químicos, Lezaeta deseaba curarse por encima de todo, sometió a las prescripciones del Padre Tadeo: caminaba, apenas surgido el sol, descalzo sobre el rocío de la mañana; ascendía a las cumbres de las montañas aledañas y descendía de ellas para entregarse a las prácticas Hidrosaludables las cuales abarcaban la mayor parte de su tiempo.
Pasó más de un año en un estado de aguda crisis curativa, eliminando, mediante úlceras y flujos, el resultado de la descomposición de los tejidos que los medicamentos convencionales habían conseguido sepultar en el interior de su organismo y, cuando culminó ese desagradable período se encontró totalmente sanado.
Llevado por su agradecimiento, y por su interés en tan efectivas medidas salutógenas, estudió durante casi diez años con el Padre Tadeo compartiendo sus consultas, y procurando ampliar sus conocimientos de forma autodidáctica.
Estudió la carrera de abogado, comerció en minería y ejerció como profesor de castellano e historia. Político, dotado de abundantes recursos en todas las áreas, incluida la crematística, muy bien relacionado socialmente, Lezaeta hubiera podido terminar la carrera de medicina si lo hubiese deseado. No lo hizo, posiblemente porque estimaba que nada podía aportarle dentro del ejercicio curativo que él se sentía llamado a llevar a cabo. Optando por el derecho ya que este le permitía defenderse a sí mismo en la eventualidad de un juicio por ejercicio ilegal de la medicina, hecho en sí mismo denotativo de una entereza moral y una capacidad de coherencia.
Lezaeta se formó, como todos los Naturópatas, con Hipócrates, y después con Priessnitz, Kneipp, Rickli, Kuhne,Yust, Cartón, Letamendi, Vander, etc. Elaborando, su propia teoría, a la que designó como “Doctrina Térmica de la Salud”. No es la principal función de este articulo el dar una detallada exposición de la totalidad de los planteamientos Naturopático. Para Lezaeta, la perdida de salud es una alteración de las funciones de nutrición y eliminación, consecuencia, en último término, de un desequilibrio térmico en el organismo.
Una alimentación y una conducta inapropiadas generan, según Lezaeta, una temperatura excesivamente reducida en la piel, que ha sido debilitada por su separación frente a los agentes naturales mediante una ocultación artificial y dañina. La diferencia excesiva de temperatura entre nuestros órganos internos y nuestra superficie externa da lugar a esos desequilibrios generales que tienen como consecuencia problemas de salud.
Lezaeta asimiló todas las técnicas de semiología naturopática: el control del pulso Hipocrático, la observación de la piel de Priessnitz, la fisionomía de Kuhne, el examen de garganta, lengua y encías del Padre Tadeo y, muy particularmente, la Iridiagnosis de Peczely, entendida de forma dinámica, más como expresión del funcionamiento fisiológico que como retrato de una situación orgánica fija.
Lezaeta, fallecido el 24 de Septiembre de 1959, creía, por encima de todo, en la fuerza vital y en la capacidad del organismo para recuperarse de sus trastornos, si no se le interfiere y si, cuando ello es oportuno, se le estimula en la forma adecuada, siguiendo siempre la sabia orientación de la Naturaleza.
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