Mantener el potencial biológico de uno al más alto nivel, ser más fuerte, más resistente, menos fatigado y menos enfermo no es una historia de inevitabilidad, sino el resultado de una estrategia que puede implementar desarrollando su fuerza vital.
Esta fuerza vital universal o “aliento vital” se encuentra en el pensamiento y las diversas medicinas tradicionales de los pueblos de la antigüedad. “Rouach” entre los hebreos, “Pneuma” entre los griegos, “Prâna”, “Tchi” y “Ki” en las tradiciones orientales o “Kâ” entre los egipcios son nombres diferentes. La fuerza vital “es la fuerza más poderosa para la cohesión y la acción de todo lo que existe. Sin embargo, es invisible a la vista: solo el razonamiento puede concebirlo. De hecho, sin ella, nada nacería. Está ausente de la nada, se encuentra en todo “(Hippocrates, Littré, 641, 1, 2).
La Naturopatía, basada en el concepto de vitalismo *, enseña el principio fundamental de que la naturaleza tiene su propio poder curativo: vis medicatrix naturae . Por lo tanto, una fuerza vital suficiente permite que el cuerpo se cure a sí mismo. De hecho, el cuerpo tiene la capacidad inherente de preservar su salud y restaurarla cuando se ha perdido. Por lo tanto, un buen conocimiento de su fuerza vital y el respeto de su acción, posiblemente apoyada por procesos naturales, a menudo evita el recurso a un medicamento abusivo o mal adaptado. Es común escuchar que un resfriado cura naturalmente en una semana y en 7 días con medicamentos …
Pero concretamente, ¿cómo definir la fuerza vital y hacerla crecer? Para esquematizar, la fuerza vital es el producto de la constitución y el temperamento (que no debe confundirse con el carácter). Su constitución se deriva en gran medida de su herencia genética. Nace débil o robusto, ancho o delgado, atlético o delgado, esto se llama innato. Su temperamento proviene de su genética, pero está muy influenciado por la epigenética, es decir, factores ambientales, lo que adquirirá. Joël de Rosnay **propone 5 factores principales: nutrición, ejercicio físico, manejo del estrés, placer, redes sociales y familiares. La investigación científica ha demostrado que estos factores ambientales pueden “activar” o “desactivar” los genes y cambiar la expresión de nuestro genoma y, por lo tanto, nuestra resistencia a las enfermedades.
Fuerza vital = Constitución (genética, innata) x Temperamento (epigenético, adquirido)
Actualmente se estima que alrededor del 30% de las enfermedades tienen orígenes genéticos y el 70% de los orígenes epigenéticos. Si es difícil modificar su constitución, es más fácil actuar sobre la expresión de su temperamento optimizando estos 5 factores epigenéticos. Por lo tanto, si nuestra fuerza vital tiene una base definida al nacer, puede desarrollarse actuando sobre los factores ambientales que están a nuestro alcance.
La fuerza vital es una gran parte de lo adquirido y una pequeña parte de lo innato en una proporción del 70% -30%. Se desarrolla a través de la dieta, la actividad física, el manejo del estrés y el descanso, la creación de redes y la búsqueda de un propósito de la vida. Un estilo de vida saludable y una salud natural le proporcionarán una fuerza vital excelente. En resumen, ¡ten buen temperamento!