Muchos pacientes me dicen, cuando les propongo un ayuno «Uy yo no puedo ayunar, si el día que no tengo tiempo de comer estoy que me peleo con todo el mundo«. Es igual de erróneo que decir «Uy yo no puedo descansar, si cuando me enyesaron la pierna me aburrí horriblemente«. Porque un ayuno es mucho más que no comer. Un ayuno es un descanso voluntario y una decisión consciente con finalidades terapéuticas. Supone una diferencia abismal.
Con este artículo quiero convencer a los escépticos y animaros a probar este recurso terapéutico inestimable. Os contaré por qué es lógico que un ayuno ayude a mejorar la salud y qué aspectos de la salud puede mejorar y también daré respuesta a las principales dudas que me plantea la gente cuando les hablo de hacer un ayuno. En este artículo asentaré las bases para que entendáis y os atreváis a probar el ayuno que os propondré la semana que viene.
Beneficios del ayuno
Los ayunos o semiayunos son intervenciones poderosas que aportan muchos beneficios.
El más importante es que favorece una depuración profunda. Por una parte, al no requerir apenas proceso digestivo, el cuerpo puede invertir gran parte de su atención y energía en funciones de limpieza. La digestión es un proceso costoso y complejo que consume una cantidad enorme de nutrientes y más o menos un 10% de toda la energía que utilizamos cada día. Puede parecer poco pero es que el 60-75% se invierte en el metabolismo basal (es decir, en estar simplemente vivos, aunque sea en reposo). Además, durante un ayuno, al aportar menos calorías de las necesarias (se trata de una dieta hipocalórica, de unas 0 a 350 kcal por día), el cuerpo se ve obligado a utilizar las grasas. Como en las grasas se acumulan también gran parte de nuestras toxinas, éstas son a la vez movilizadas y, con suerte, expulsadas. La toxicidad es algo muy común y está en la base (como causa o como agravante) de la mayoría de problemas de salud. Nuestra biología cuenta con los ayunos que son inevitables en una sociedad no industrializada, cuando hay días en los que simplemente no hay comida, o períodos hacia el final del invierno en los que hay muy poca. Con un modo de vida más natural también tendríamos otra relación emocional con la comida pero la realidad es que muchos la tenemos demasiado asociada con el consuelo, el confort i la celebración así que ni siquiera respetamos los ayunos durante las enfermedades, que en cambio son práctica habitual en todo el reino animal. Muchos de nosotros no hemos concedido un solo día de descanso a nuestro sistema. Y, en cambio ¿cuántos días hemos cometido excesos? ¿Cuántos días hemos bebido y comido demasiado y demasiado poco saludablemente? Un ayuno es una forma de poner algo de peso en el otro platillo de la balanza. No sólo aumentamos los recursos del organismo para limpiar los tóxicos acumulados sino que no añadimos añadimos más a través de los alimentos.
Otro gran beneficio del ayuno es que permite una puesta a punto del sistema digestivo. Hay la posibilidad de vaciar el intestino de heces al no añadir más residuo y en cambio aportar abundante agua. También de reparar la mucosa estomacal al no agredirla con los ácidos gástricos necesarios para hacer la digestión. Si se suplementa el ayuno con probióticos, proporcionamos una situación ideal para mejorar la flora intestinal.
Un semiayuno no es una buena forma de perder peso y no debe ser su objetivo pero sí que puede ser muy útil en un programa de reeducación alimentaria orientado a la pérdida de peso ya que ayuda a mejorar hábitos. Después de 5 días ingiendo muchísimo menos de lo que solemos, resulta más fácil encarar cambios profundos en el tipo y aporte calórico de un nuevo modelo alimentación. Tiene un impacto psicológico cuando la gente entiende el semiayuno como un proceso que hace para mejorar su salud y no como un atajo insano que coger para acabar rápido la operación bikini. A menudo, he observado una mejor predisposición para hacer cambios positivos en los hábitos después de un ayuno, la gente se engancha a la sensación de bienestar y se siente especialmente capaz de enfrentar retos después de demostrase a sí misma que puede estar 5 días sin comer. Además, después de 5 días sin sucumbir a las compulsiones relacionadas con la comida es más fácil renunciar a ellas definitivamente: la gente que no podía pasar sin dulces o sin grandes cantidades de comida en cada ingesta o sin sal o azúcar o sin café o alcohol o lácteos han visto que, de hecho, sí que pueden pasar sin ellos y, con un poco de suerte, deciden seguir prescindiendo de esas cosas.
Algunos aspectos de tu salud que pueden mejorar son:
➧Sistema digestivo (digestiones pesadas, gases, hinchazón, estreñimiento, diarrea, gastritis, diverticulitis, úlceras, Enfermedad de Crohn, etc.)
➧Dolores (migrañas, cefaleas tensionales, contracturas musculares, artritis, artrosis, tendinitis, fibromialgia)
➧Sueño (insomnio, sueño no reparador, sudoración nocturna)
➧Mente (embotamiento, pesimismo, impotencia, depresión, ansiedad, apatía, mala memoria)
➧Sistema inmunitario (infecciones recurrentes, alergias, enfermedades autoeinmunes)
➧Sistema respiratorio (rinitis, asma, EPOC, bronquitis, sinusitis)
➧Emocional (hábitos alimentarios, fuerza de voluntad, autoconfianza, adicciones, etc.)
No es tan difícil ni duro como parece. El primer día la gente suele pasar hambre en las horas a las que está acostumbrada a comer. A menudo, una vez pasadas esas horas, se olvida de la comida. El hambre que se pasa durante un ayuno no es mayor que el que se pasa el día que el trabajo no te deja comer hasta media tarde y ese hambre no suele prolongarse más allá del primer día. Durante el 1r a 2o o 3r día puede haber algún mareo ocasional y poco duradero, dolor o pesadez de cabeza, mal sabor de boca, ligero dolor o pesadez en brazos y piernas o cansancio. El dolor de cabeza es más común en la gente adicta al café. Ninguno de estos síntomas ha de ser de gran intensidad ni prolongarse más allá del 3r día. Los zumos son ricos en minerales y en azúcares y la hidratación está de sobras garantizada así que no es habitual que haya bajadas de azúcar o de tensión.
A pesar de lo que pueda parecer, al hacer un semiayuno no se está para el arrastre. Superada la primera oleada de tóxicos, la gente se siente muy vital, enérgica y activa, con la mente despejada y los sentidos afinados. Pensad que en la naturaleza, si cuando un animal no encuentra comida se quedase tirado y sin energía, estaría condenado a morir. En cambio, se ponen en marcha otros mecanismos metabólicos que permiten al cuerpo funcionar perfectamente. Mejor que cuando tiene que lidiar con la intoxicación constante de una alimentación insana.
Un ayuno, como muchas otras terapias naturales, puede propiciar una crisis curativa. Se trata de un cuadro agudo de eliminación. Aunque pueden ser molestos, son una buena noticia ya que indican que el cuerpo está poniendo en juego recursos extraordinarios para favorecer la eliminación de tóxicos. Algunas formas clásicas de crisis depurativa son: diarreas, náuseas, sudoración excesiva o maloliente, resfriados, rinitis, erupciones cutáneas o inflamaciones. Es importante contar con supervisión profesional para poder valorar esta clase de reacciones y la eventual toma de medidas coadyuvantes. Por norma general, siempre que la crisis no se muy extrema, si se está produciendo una expulsión hacia el exterior (ya sea en forma de heces, vómitos, sudor, moco o exhudados) se debe respetar y
Cuando se producen síntomas como dolor de cabeza, irritabilidad, agotamiento, dolor articular o dolor muscular sin eliminaciones más allá del segundo día, yo soy partidaria de incluir ayudas (suplementos, plantas, hidroterapia, etc) que den apoyo a los emuntorios sobrecargados. Lo que es una idea desastrosa es tomar medidas inhibitorias farmacológicas (analgésicos, antihistamínicos, corticoides, astringentes) para contrarrestar esos cuadros resolutivos.
La respuesta rápida es sí. Incluso los niños, las embarazadas y los enfermos graves. Ahora bien, ciertas situaciones requieren una atención especial. Este artículo está orientado a las personas adultas que no tengan problemas de salud graves ni estén en situaciones especiales. La inmensa mayoría de gente que lo prueba, completa un ayuno de 5 días sin problemas. Me he encontrado con muy pocos casos de gente que lo abandonase y menos que no lo considerasen una experiencia muy positiva.
En general, la mejor época del año es la primavera. Los ayunos en épocas frías deben tener más bebidas calientes y menos zumos de frutas.
Los días más duros suelen ser el primero (cuando se viven los momentos de hambre) y el segundo (cuando suelen aparecer los momoentos de malestar). Los adictos al café puede que lo pasen también mal el día de preparación (ese día se comen y beben solo alimentos no tóxicos así que puede aparecer el típico dolor de cabeza por abstinencia de café).
Teniendo en cuenta esto, mucha gente decide cuándo empezar. Los que se preocupan más por sentirse débiles suelen hacer que los primeros días coincidan con el fin de semana, cuando podrán estar tranquilos. Los que se preocupan más por pasar hambre suelen preferir que coincida con el trabajo porque ahí están más distraídos y es más fácil no pensar en la comida. Otras personas viven el ayuno como un proceso de reconexión profunda y prefieren experimentarlos plenamente y sin escatimarle tiempo o prefieren realizarlos en un contexto totalmente distinto a su día a día. Estos suelen hacerlos en vacaciones o incluso en retiros especiales.
Otra cosa importante es que tengas suficiente margen para adaptarte a los handicaps que puedan aparecer. Tal vez tendrás que ir al baño muchas veces, tal vez tendrás que sonarte a menudo, tal vez sudarás más de lo habitual. Si tienes tan poco margen de maniobra que, en caso de aparecer un poco de descomposición, vas a tener que tomar un fármaco que la corte, por ejemplo, entonces no has escogido correctamente el momento de hacer un ayuno.
El día de salida es un día especial. Yo aconsejo que coincida con un día que puedas dedicarte a ti mismo con cierta tranquilidad y que haya tiendas abiertas ya que la compra de salida del ayuno es un momento importante. Por ejemplo, una buena opción sería: preparación el sábado, seguido de 6 días de ayuno y/o semiayuno y día de salida el sábado siguiente.
Durante el ayuno uno puede desempeñar su nivel de actividad habitual como mínimo, aunque es mejor si puedes tomarte las cosas con un poco más de calma. Así que excusas tipo «Uy pero yo me paso el día arriba y abajo» no sirven. Lo ideal es estar relajado durante el ayuno o semiayuno, dormir 8 horas y hacer ejercicio ligero dentro de los márgenes a los que está acostumbrado cada uno. Si sueles tener una vida demasiado sedentaria, puede ser buena idea hacer algún ejercico ligero como pasear 1-2 horas. Caminar, ir en bici, el yoga, tai qi, qi cong o pilates son ejercicios especialmente indicados si ya tenéis costumbre de hacerlos.También es especialmente recomendable la actividad en la naturaleza. Respirar aire puro, fijar la vista en puntos lejanos, conectar con la naturaleza, enfrentarnos a terrenos desiguales, escuchar sonidos distintos a los de la ciudad, etc.
Si el cuerpo te lo pide, puedes hacer una siesta cortita o simplemente descansar a mitad del día.
Un ayuno conecta cuerpo y mente de un modo especial y nos demuestra cosas sobre cómo funcionamos y sobre nuestras necesidades. Es recomendable dedicar algún tiempo a escucharse a uno mismo y a reflexionar sobre nuestros hábidos y nuestras necesidades reales. La reflexión, la meditación y los ejercicios de autoexamen son especialmente recomendables estos días.
En el siguiente artículo os propondré un modelo de ayuno pero si todavía no te atreves con un ayuno de verdad, puedes empezar por un día de monodieta de fruta es decir, durante un día, comer solamente una fruta de temporada y ecológica, la cantidad que necesites. Para beber, sólo agua y también, especialmente si eres friolero o si hace frío, infusiones suaves sin edulcorar (manzanilla, menta, jenjibre fresco y anís por ejemplo). Por norma general, es buena costumbre tener un día a la semana de monodieta de fruta.