DATOS HISTORIOGRÁFICOS
El primer dato historiográfico que tenemos del oficio de Saludador es del año 1483, y concretamente en la villa de Madrid, donde, según recoge José Manuel Castellano Oñate, en la web el Madrid Medieval sobre los oficios existentes en aquel momento en Madrid: ” En 1483 nos visitó uno, al cual se pagaron 10 reales por “saludar a varias personas que avía mordido un perro que rraviava” , y en 1495 se contrató a Juan Rodríguez de Palacio , vecino de Getafe, “por desde Nuestra Señora de agosto en un año, con salario de un cahiz (doce fanegas) de trigo, con que sea obligado de venir cada vez que la Villa le llamare” .
Posteriormente aparecen noticias sobre Saludadores en los tratados anti-supersticiosos del franciscano Fray Martín de Castañega (Tratado de supersticiones y hechicerías, 1529) y del catedrático de filosofía Pedro Ciruelo (Reprobación de supersticiones y hechicerías, 1556).
En Álava no faltaba el tomarlos a su servicio para casos concretos de enfermedades en el ganado o en las personas. Dice Fortunato Grandes: “prueba de es la partida siguiente que consta en las cuentas municipales del Ayuntamiento de Salvatierra, de 1578 a 1579: “Tres ducados que por nuestro acuerdo y mandato distes y pagastes o los habéis de dar y pagar a Martín Saez de Otaza, Saludador que por nuestro acuerdo y mandado vino a esta villa para que saludase a las gentes y ganados della porque habían andado en esta villa ciertos perros rabiosos y ganados y para quitar sospecha e inconveniente que a debizote (?) sucederían se mandó traer y se le dieron por los días que estuvo en esta villa e trabajo que rescibió en ella los dichos tres ducados”. Más tarde vemos contratado el servicio de saludador desde 1689 a 1772, valiéndose de éste como si fuera un verdadero talismán o remedio infalible contra la rabia y otras enfermedades del ganado. En la primera de estas fechas contrataron a Gabriel de Izaguirre, vecino de Oñate, en una fanega de trigo al año y ocho reales por cada día que viniere a visita ordinaria los meses de marzo y agosto; el 1727 hicieron nada menos que escritura por nueve años con el saludador José Ruiz de Eguino, vecino de Oyón; en 1736 se acuerda por el Ayuntamiento abonar al saludador los dos viajes que ha hecho para saludar el ganado con motivo del contagio que ha habido, además de las visitas que entre año tiene obligación; y en 1772 se abona en las cuentas a Catelina, mujer de Antonio Madariaga, vecino de Cegama, ciento cincuenta reales por dos viajes para santiguar el ganado con motivo de haber andado un perro rabioso y sospecha de que había mordido a un animal, siendo de advertir que la Saludadora era la mujer y vino dos veces en dicho año.
Y en el catastro de la villa de Madrid (1759 – Catastro de Ensenada) en el Legajo 20 aparece inscrito en el Registro oficios, el Gremio de SALUDADORES, terminando con la siguiente expresión “Todos con sus relaciones, notas, liquidaciones y los correspondientes autos de comprobación”.
En 1601, según Maria Tausiet, en las calles de Zaragoza tenían la denominación de los gremios existentes en aquel momento, siendo uno de ellos el de los Saludadores, por lo que también tendría su calle.
En 1630, el cabildo municipal de Jaén pagó al Saludador Juan de las Peñas, veinticuatro reales “por el beneficio público que hace con la gracia que Dios le dio y salud de los ganados, el qual a de asistir todo este año…”.
En Murcia, el martes 16 de Noviembre de 1756, “se otorgó licencia al saludador Juan Manuel Arroyo para usar la gracia de saludar de accidente de rabia en la ciudad y provincia, por haber practicado el Regidor Comisario, Gaspar de Piña, varias diligencias y resultar probada su habilidad”.
La gracia del saludador no es sólo reserva seglar, pues que también se aloja en los clérigos: En 1758 moría Fray Manuel Jerónimo Esquivel, murciano residente en Vélez Blanco quien, habiendo renunciado a una cátedra de Teología tenía gracia de dirección y curación de “energúme-nos y maleficiados”, que le iban a buscar desde pueblos distantes y a los que sanaba de cuerpo o de espíritu, según la naturaleza del daño, por “la eficacia de sus conjuro”.
Los saludadores roselloneses salutaban el mal signando a veces con un grano de trigo y recitando oraciones.
Otras citas de salutadores o saludadores en España las podemos ver recogidas en la obra de Jesús Callejo e Iniesta Villanueva, o en la de Mariño Ferro . Había, en efecto, municipios y hospitales que contrataban los servicios de los salutaores desde el siglo XVII como algo relativamente normal, aunque siempre vigilados de cerca por la Inquisición, los cabildos y los concejos municipales, y pese a que recurrían a signos cristianos para sanar a los enrabiados o a los enfermos: cruces de Caravaca, crucifijos de bronce, agua bendita, oraciones católicas como el rosario, devociones a vírgenes y santas,… etc.
Con estas notas historiográficas, planteamos unas líneas de investigación interesante sobre el proceso sociocultural y antropológico de las prácticas de salutación relacionadas con los elementos naturales y sobre todo ecosociales.
Biografía
AGUIRRE SORONDO, Antxon: Los saludadores, “Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra”, 1990, n. 56, 307-319
GRANDES, Fortunato: Historia alavesa. Vividores de antaño: los saludadores, “Eusaklerriaren Alde”, 1928, n. 297-298, pp. 380-383
LÓPEZ DE GUEREÑU Gerardo: Brujas y saludadores, en “Homenaje a Don José Miguel de Barandiarán”, t. II, Diputación de Vizcaya, Bilbao 1966, 161-188
MÁRTINEZ RODRÍGUEZ Juan José: Historia médica de Irún (1546-1936), “Luis de Uranzu, Kultur Taldearen Aldizkaria”, 1991, n.° 8, San Sebastián 1992, 623 pp.
RODRIGO PERTEGÁS, José. Los «saludadors» valencianos en el siglo XVII. Revista Valenciana de Ciencias Médicas, 1906, 8, 219-220.
TORRES FONTES, Juan: «El Saludador» en Homenaje a José Ballester,Murcia, 1972, pág. 131
VIANA, Salustiano: Apuntes de la vida de Lagrán; contrato del Saludador, “Ohitura”: Estudios de Etnografía alavesa, n.° 2, Vitoria-Gasteiz 1984, 9-50