Todos los días a las 08:00, Eduardo López, estudiantes de 22 años, se toma un jugo en el mercado Central de Quito. De camino a su centro de estudio, la Escuela Politécnica del Ejército (Espe), pasa por el puesto de Aurora Iza y le pide que le prepare un zumo con alfalfa y zanahoria. Luego de tomarlo se sirve un jugo de naranja para “pasar el sabor amargo”. El joven cuenta que no tiene tiempo de desayunar y estos zumos le “ponen pilas”.
Desde hace 56 años, Aurora Iza vende jugos y zumos. “Me piden la alfalfa para la anemia, la naranjilla para los pulmones, el huevo de codorniz para la tos, de todo… “. El valor por vaso está entre 30 centavos y un dólar, depende si contiene miel de abeja, malta o huevos.
La costumbre de acudir a los zumos de plantas y frutas para mejorar la salud no es nueva. “Mis padres me enseñaron que todo lo natural es bueno”, comenta Aleja Fernández, una ama de casa de 66 años. Entre las recetas que aplica están el zumo de la caña agria como purgante, el quinquin o cunayuyu para el colesterol y la valeriana para los nervios o sufrimiento. Sin embargo, un estudio de la U. de Cuenca sobre las plantas medicinales dice que el quinquin se usa para las infecciones estomacales o contra los nervios.
La filosofía oriental indica que los alimentos se dividen en centrífugos (desconcentradores) y centrípetos (concentradores), por lo que el consumo debe ir de acuerdo con la necesidad del cuerpo. “El hombre por naturaleza es concentrador, los alimentos deben equilibrar su función”. El naturópata Santiago Portilla sugiere no exceder la ingesta de zumos y jugos, porque pueden causar acidez.
“Nuestro sistema digestivo está diseñado para masticar”. Considera que se puede caer en el exceso de ingesta de vegetales y plantas. Para un vaso de zumo de zanahoria se requieren unas cuatro, mientras que para una ensalada apenas dos. Los zumos o jugos no deben tomarse como complementos nutricionales y peor reemplazar el desayuno.
Fuente: Elcomercio.com