Contra reloj: así es la hora del almuerzo para Joaquín Hidalgo, quien trabaja como asistente en una constructora y solo tiene 30 minutos para comer su “lunch’. A diario pierde 15 minutos entre salir de su oficina, ubicada en la calle Veintimilla, y hallar una mesa en el restaurante Sabor Quiteño, en la av. Patria, que atiende a 150 personas por día.
Una colada de haba, un plato de arroz con pollo y un vaso de avena son los alimentos que le sirven. “Estoy muerto del hambre, hoy no alcancé a desayunar”, dice, mientras, sin perder el tiempo, coge la cuchara y la sumerge en su sopa. En cinco minutos el plato está vacío. Lo mismo ocurre con el plato fuerte y el jugo. En 10 minutos termina.
Felipe Chimbo, naturópata de Quinua, cree que el tiempo de la comida debe ser sagrado. “Es un momento para recuperar fuerzas y no para simplemente llenar el estómago”. Quezada enfatiza que trastornos como flatulencia (gases), además del ardor y quemazón en el estómago son síntomas de que algo está pasando en el estómago, “puede ser una gastritis aguda”.
Si bien el ritmo de vida acelerado influye para que las personas no coman en forma ordenada, conviene fraccionar la alimentación a lo largo del día, haciendo cuatro comidas principales y dos o tres colaciones (pequeñas comidas entre comidas principales), con alimentos sin grasa y azúcares simples. También tener horarios claros. Si un día se almuerza a las 13:00, hacerlo a la misma hora todos los días.