Cuando la Profesión Naturopática conmemoró el 90 aniversario de la Naturopatía española (1922 – 2012), publicamos un escrito de Domingo Gª Bellsolá, 2ª Presidente de la Agrupación de Naturopatía de la FEDINE, que trataba sobre “El problema social no existe con el naturismo” donde da un enfoque filosófico – social del naturismo como elemento esencial para restablecer el “dominio sobre la salud”.
Este articulo, que volvemos a publicar, fue escrito en la revista de la FEDINE, antigua “AXIOMA”, boletín oficial de la federación politécnica española de diplomados, número 2 Noviembre – Diciembre de 1983, por Domingo García Bellsolá, 2ª Presidente de la Agrupación de Naturopatía de la FEDINE, por su interés histórico – filosófico
Después de estudiar, sufrir y luchar tantos años por la justicia social del mundo, puede vislumbrarse ya la Nueva Edad de Oro de la Humanidad, basada en la moral natural o principio vital y en la religión de la Naturaleza. El naturismo es el único vehículo de transporte a esta nueva dimensión, de la alocada humanidad de hoy. El naturismo puede sustituir el estado político, caduco, oxidado e inservible de ahora, por el estado de la Nueva Era, sin armamentos, ni ejércitos regulares ni falsos redentores sociales.
El problema no es de hambre, ni de trabajo ni de falta de materias primas, a nuestro planeta le sobra de todo, no hay que ir a otros a buscarlos. Debemos abolir totalmente las raíces nefastas de la rapiña, de la conquista, de la colonización, de la industria armamental y de las ciencias tecnológicas desviadas, que arruinan y matan a la ecología natural. El desvío de las ciencias actuales es tan grande y grave, que consciente o inconsciente, harían desaparecer al hombre de la capa de la tierra, si la lógica realidad del naturismo, no estuviera a punto de salvar al mundo. El problema social no existe si bien se analiza, el problema es solo de cultura, comprensión y de distribución de bienes de consumo y de ocio. Se debe de educar y enseñar ya desde las escuelas primarias, los secretos y tesoros de la Naturaleza toda, su incontable gran despensa y su eterno aprovechamiento, sino se va en contra. Hay que educar y enseñar a los pequeñines la inmensidad cósmica y que nosotros no somos más que un conjunto celular de vida efímera, que estamos de paso por nuestro planeta, que somos bien poca cosa ante el inconmensurable Universo, que todo cuanto nos rodea no es nuestro sino que es un legado de otras generaciones que nos han precedido y que lo tenemos a lo más como simple usufructo. La propiedad no sólo no existe sino que es una lucubración que divide y enajena a los hombres.
Nuestro futuro luminoso tiene un aspecto bien científico, pero científico dentro de la biología y ecología, no habría ni más polvo, ni suciedad, ni gases, ni humos, ni contaminaciones provocadas por falsos interés de clases o de privilegios mercantiles o de castas. La energía del nuevo mundo será invisible y etérea, basada en la vibración de los electrones en la tierra y el espacio, en estas vibraciones, el hombre podrá controlar su calor y su energía, para su uso y distribución de todo sus bienes y elementos naturales.
Se vencerá la gravitación y la densidad de su fuerza será superada, de forma que el objeto más pesado se convertirá en el más ligero. El combustible de los transportes antiguos, carbón, gas, gasolina, se dejará de utilizar, reemplazada por la energía del agua, por la separación del hidrógeno y del oxígeno, en sus múltiples combinaciones, además se utilizará para todo, en diversos sistemas, la energía del astro Rey, totalmente inagotable y no polucionante.
Se modernizará y actualizará, con nuevos cultivos biológicos, todo el complejo agrícola de la Tierra, se utilizarán nuevas y sensacionales plantas de cultivo, como la corela entre otras mil, verdaderas fuentes de proteínas, grasas, vitaminas, minerales y oligoelementos catalizadores, para la sana nutrición de la humanidad, desterrando el carnivorismo, padre no solo de la agresividad de hoy, sino del noventa por ciento de las actuales enfermedades degenerativas que padecen y destruyen con grandes dolores, al hombre actual.
Desaparecerán las ciudades antiguas y los rascacielos actuales, ya que son verdaderas necrópolis donde no se vive y mueren acinados y sin espacio vital, tanto millones de personas, sin sol, sin aire puro y sin el hábitat vegetal que es su principal elemento, las ciudades serán largamente horizontales con grandes espacios verdes y con medios de transportes flotantes, que todo el mundo podrá utilizar sin interferirse. Desaparecerá el engorroso y actual tráfico, que genera miles de muertes diariamente, con toda la gama de accidentes y de catástrofes.
Con las nuevas estructuras que se están gestando, el trabajo obligado del hombre, verdadero castigo y azote durante tantos siglos, desaparecerá también, para dar paso al trabajo libre y especializado de cada persona, que escogerá su verdadera vocación laboral, en las sendas etapas educacionales, se trabajará solo para cubrir las necesidades vitales y servicios de todos los pueblos de la Tierra, sin distinción de latitudes, el ciclo vital de cada individuo, se regirá por ocio y trabajo consciente por parte iguales, de acuerdo a la nueva mentalización humana, basado en la nueva moral colectiva, del principio vital de todos los seres vivos. Todo el mundo será consciente de las dos fuerzas polares cósmicas de la energía centrípeta y centrífuga, en el terreno moral, el principio del mal, será mirado como un mal o degeneración enfermiza, que será tratada cuidadosa y humanamente, con responsabilidad fraternal, por lo que al desaparecer también el dinero como vehículo de cambio, disminuirán radicalmente el crimen y el delito, por lo que se trocarán las cárceles, hospicios, hospitales, etc. en luminosos sanatorios de reintegración fraterna.
Al restablecerse casi totalmente el dominio de la salud, la enfermedad será la excepción del devenir futuro, reintegrándose los hospitales y ciudades sanitarias actuales, en centros de investigación y estudio de la nueva tecnología industrial, para evitar el derroche y acumulación innecesaria de bienes de consumo y de servicios en todos los sectores y latitudes de la Tierra.
El gran trabajo de las bolsas mundiales de distribución, reparto e intercambio de las materias primas y de los servicios, lo realizarán las actuales bolsas mercantiles, que perderán esta modalidad, al perder su función dinerada y bancaria del módulo interesado y ruin de los precios en alza o en baja o de la explotación del agio entre todos los pueblos. Los suministros y los cambios se regirán por una gran sociedad supra mundial confederada, elegida democráticamente, por los hombres y mujeres mejor dotados, virtuosos y preparados de todos los contornos del globo.
Las falsas idolatrías y religiones con sus templos e iglesias, desaparecerán para dar paso, a las nuevas instituciones del ocio y del estudio de las fuentes de la espiritualidad redentorista del mundo, basado solo en el amor, la belleza, el arte y la fraternidad de la evolución mundial, hacia la integración de otras dimensiones cósmicas, no terrenales.
La medicina y el derecho, darán un cambio de 180 grados. La primera volverá a las terapias naturales , basada en los fundamentos hipocráticos con las mejoras acumuladas que han traído las experiencias de los últimos siglos. La dieta será su mejor sostén, el ayuno, la helioterapia, la hidroterapia, la geoterapia, la balneoterpia, la fitoterapia, la psicoterapia y otras tantas auxiliares cribadas de la ciencia, constituirán sus bases, que se centrarán en la medicina preventiva en particular, cumpliendo el viejo binomio ” mens sana in corpore sano”, prevenir más que curar y primero no perjudicar. Al ser la enfermedad un error de conducta o una imperfección, los médicos y los sanadores, buscarán, entre otros senderos, los antecedentes kármicos para iniciar la recuperación y la cirugía solo se prodigará cuando, el cuerpo pueda, resistir sin quebranto vital, la intervención salvadora de la vida útil y en los traumatismos de los accidentados.
El derecho al tener que basarse en la nueva filosofía ética del principio vital y del nuevo humanismo colectivo, cambiará radicalmente las bases constituidas por el imperio del capital y de la propiedad. La filosofía del derecho derribará a la religión de la Naturaleza, que practicaron ya, los grandes iniciados como Zoroastro, Pitágoras, Buda, Cristo, Gandhi y tantos otros. Naturalmente al no existir ejércitos ni policía regulares estatales, se ahorrarán caudales de energías y la energía colectiva se canalizará cada vez más perfeccionada, y orientada a obtener la salud, el bien comunal y el ocio apetecido, no solo en el ciclo laboral del hombre, sino igualmente en periodo de su “jubilación” al ser su finalidad de la venida al mundo, el cumplimiento de la Ley natural de la Creación con ética evolucionista dirigida a otras dimensiones de la sublimidad Divina.
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