Flores contra la obesidad en Cora; entrevista a Teresa Reja, Naturópata

Se llama María Teresa Rejas. Vive desde hace doce años en la parroquia estradense de San Miguel de Cora y, según asegura, la obesidad tiene tanto que ver con la nutrición como con las emociones.

María Teresa tiene raíces andaluzas, pero vivió gran parte de su vida en Mallorca. Allí fue donde se inició en la Naturopatía hace dos décadas. Se especializó en nutrición ortomolecular, nutrición celular activa y terapia floral.

¿Y como acabó una Naturópata mallorquina en Cora?. Por amor. Un buen día conoció en Menorca al que hoy es su marido, un brasileño con raíces en la parroquia estradense de Guimarei. Hicieron vida en Mallorca hasta que la suegra de Teresa empezó a tener la salud más delicada. De irse a Mallorca no quería ni oír hablar, así que Teresa y su pareja se mudaron a A Estrada. «A la aventura», dice Teresa, que reconoce que le costó impulsar su consulta desde cero en una zona con poca tradición naturópata. «No lo tuve fácil», cuenta. «Al principio a los que venían a verme les preguntaban si habían ido a la curandeira», comenta. «Yo nunca lo tomé a mal. Estoy encantada. Aprendo mucho de las mujeres gallegas. Ahora cuando me preguntan: «¿Eres de fuera?» yo ya siempre respondo: «No yo ya soy de dentro», dice. 

Al principio, María Teresa compaginaba la consulta con trabajos esporádicos como cocinera en el sector de la hostelería. Poco a poco, el boca a boca le fue abriendo puertas en la consulta Naturópata. 

«No hemos nacido para gustarle a todo el mundo, pero yo no tiro la toalla y creo en lo que hago. Voy paso a paso y sigo aprendiendo siempre», cuenta. Ahora ofrece asesoramiento en Cora, Cuntis y Santiago sobre todo tipo de cuestiones relacionadas con la salud y las emociones. «Las emociones marcan el 80 o el 90 % de las cuestiones de salud», asegura. «A mi primera consulta en Mallorca venían sobre todo enfermeras y hoy hay muchos médicos que en sus consultas privadas utilizan la nutrición celular pero en la Seguridad Social no. No es una cosa mágica. Es más vieja que la vida», explica.

Uno de los asuntos en los que María Teresa es experta es el «hambre emocional» y la relación entre sobrepeso y emociones. Según defiende, el sobrepeso puede deberse a conflictos emocionales no resueltos. «El hambre emocional es el de aquel que no espera, que está constantemente comiendo. Un sobrepeso de 10 o 15 kilos puede deberse a un duelo, un cambio en el trabajo… hay una ansiedad y tapas ese agujero con comida. Pero otra cosa es el sobrepeso patológico. Tenemos una memoria celular. Una persona con 30 o 50 kilos de más tiene un conflicto que el cuerpo, que es sabio, para protegerse, lo traduce en grasa. Lleva algo grabado en el subconsciente, normalmente un conflicto con la madre, pero igual no lo sabe. Incluso algo de cuando estaba en el vientre materno o en la preconcepción», explica. «Hay que hacer una limpieza a nivel emocional y sacar esos conflictos a la luz», cuenta la terapeuta. 

Su terapia abarca desde un estudio del sistema digestivo y nervioso a los niveles bioquímicos y emocionales. «Nutrición no es solo lo que entra por la boca. También hay que entrenar la mente», dice reconociendo al tiempo que cada vez «hay más veneno en el mercado».

Las flores como herramienta

«Aquí la gente suele llegar desesperada, muy medicada y con mucha prisa. Yo utilizo la terapia floral con esencias triunidad de Carmen Romanelli. Son esencias que se toman, con resultado nutricionista. Si el interesado se implica, los resultados son espectaculares», asegura. «La terapia floral es capaz de gestionar esas emociones con carga negativa. Bioquímica y emociones son las herramientas que uso en mi consulta, igual que un carpintero usa un martillo», ejemplifica.

Teresa habla como un libro abierto, pero la materia es densa para el profano. Quienes quieran conocer más a fondo su terapia y su filosofía podrán hacerlo asistiendo a la charla que se celebrará el próximo miércoles, día 16, a las 19.00 horas en el local de la asociación Mulleres da Estrada, en la rúa Justo Martínez.