Mucha gente ha tomado antibióticos antes. Muchas personas han pasado por un protocolo de antibióticos intenso después de la cirugía. Sin embargo, los antibióticos eliminan las bacterias buenas y malas de los intestinos. Las bacterias buenas te ayudan a digerir los alimentos y a regular tu sistema inmunológico.
Algunas personas se sienten absolutamente bien después de un tratamiento con antibióticos. Otros pueden experimentar síntomas que se vuelven crónicos si no saben qué hacer. Algunos de los síntomas que se pueden experimentar después de los antibióticos incluyen:
⇛Fatiga mayor
⇛Recuperación más lenta
⇛Acidez
⇛Indigestión
⇛Gas
⇛Hinchazón
⇛Sentir que tu comida no se digiere
⇛Estreñimiento
Estos pueden ser signos de una menor cantidad de bacterias buenas y, por tanto, una mala digestión. Si estos síntomas continúan, pueden empeorar y provocar más problemas, como:
➽Cambios de humor: irritabilidad, ansiedad, depresión
➽Desequilibrios hormonales: cambios en su período, síndrome premenstrual o síndrome premenstrual que empeora (por ejemplo, calambres, sangrado abundante, sensibilidad en los senos), migrañas (especialmente alrededor de su período)
➽Función suprarrenal baja: esto puede presentarse con síntomas como sudores nocturnos, fatiga, leves temblores en las manos, dificultad para dormir, no despertarse renovado, función inmunológica más baja
Vi esto de primera mano con un familiar que se sometía a cirugías a menudo por una afección en particular. Por lo general, se recuperaba rápido y se levantaba de la cama al día siguiente. Pero una vez no lo hizo, y lo lento que se estaba recuperando realmente preocupó a la familia. Estaba muy fatigado y experimentó ardor en el abdomen, por lo que el médico quirúrgico y el personal sugirieron antiácidos. Ellos no ayudaron. Lo que realmente lo cambió fueron los probióticos. Una vez que se implementaron los probióticos, pasó de estar en cama durante varios días a levantarse de la cama en dos días. Los probióticos son bacterias buenas que nuestro sistema digestivo utiliza para digerir los alimentos y regular nuestro sistema inmunológico. Reemplazan algunas de las bacterias buenas que se pierden con los antibióticos. Una cápsula probiótica o un líquido probiótico es un buen lugar para comenzar.