El Criterio Naturopático del árabe al latín. La diatia como una “ciencia del modo de vivir ordenado hacia la perfección total de la persona” (1)

La cosmovisión del Corpus Hipocraticum había transmitido un enfoque salutógeno, basado en el poder sanador de la naturaleza. Según la cual, el cuerpo contiene de forma natural en sí mismo el poder de sanarse y cuidarse. Este núcleo teórico se transmitió a la posterioridad, llegando hasta la escuela salernitana y a las Universidades Italianas del Bajo Medioevo. A partir de Constantino el Africano -quien generó un verdadero retorno a la tradición de este concepto de salud de la Antigua Grecia- la escuela de Salerno cobró importancia. Sus traducciones del árabe al griego fueron las primeras en dar una visión en su conjunto de la sanitas scientia griega en Occidente.

Teniendo en cuenta que consideró al ser humano como un minor mundus, se ocupó del tratamiento de las virtudes corporales en su equilibrio con el alma. En esta visión integral del ser humano, la búsqueda de la salud incluía una serie de conductas basadas en las sex res non naturales, con el objeto de buscar la armonía entre salud corporal y salud mental, la moderación de las pasiones, la conservación y el desarrollo adecuado de la persona.

Constantino el Africano, monje benedictino de origen cartaginés, contribuyó en la recopilación de numerosas obras higiológicas y realizó la labor de traducción del árabe al latín de obras relacionadas con la diatia. Esta labor le valió el título de Magister orientis et occidentis.

Constantino el Africano tradujo al latín, entre 1075 y 1085, una obra de especial relevancia, la Isagoge ad Tegni Galeni del árabe Huayn ben Ishaq ( 808/9 – 873/77), latinizado con el nombre de Iohannitius, autor que explica la diatia como una “ciencia del modo de vivir ordenado hacia la perfección total de la persona”. Esta Isagoge, que es la primera obra comprehensiva de las obras contenidas en el Corpus Hipocraticum, formó parte, du­rante la baja Edad Media, de una colección deno­minada Articella, una especie de ma­nual de sanitas scientiae con vigencia a lo largo de ese período me­dieval.

También tradujo Cons­tantino obras árabes de Isaac Iudaeus (nacido en Kaiuruan, Túnez, en el 880 y muerto en el 940), conocidas como Libri Dietarum (De dietis universalibus et parti­cularibus). Tradujo asimismo, entre el año 1070 y 1080, el Liber Pantegni, com­puesto por otro árabe, Haly Abbas (muerto en el 994, mago o sacerdote de la reli­gión de Zoroas­tro). El Pantegni fue el tratado ca­nónico medieval por excelencia de la sanitas scientiae greco-árabe, sólo superado por el Canon de Avicena.

En Toledo, Gerardo de Cremona tradujo dos obras enciclopédicas árabes de Rahzís o Rhazès (nacido ha­cia el 850/865 en Raj, junto a Teherán, y muerto hacia el 923/925): al-Hawi, traducida al latín      como Compendium o Liber conti­nens; y Kitab al-Mansuri, conocida co­mo Liber Al­mansoris (traducido en el año 1175). Se atribuye también a Gerardo la traducción del Quanun de Avice­na (nacido cerca de Bukhara, Per­sia, en el 980 y muerto en el 1037), dividido en cinco grandes libros. Fue el texto más compre­hen­sivo e influyente de la diaitia en la baja Edad Media basado tanto en las teorías del Corpus Hipocratiucm y de Aris­tóteles, como en la obra ga­lénica. Asimismo, el Cantica de Avicena constituye un texto de re­ferencia obligada para el estudio histórico del criterio Naturopático, tradu­cido en 1284 por Armen­gaud Blasii (parece que no hay datos su­ficien­tes para hablar de una primera tra­duc­ción hecha por Gerardo de Cremona).

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