Nuestros queridos pies, esos grandes olvidados. Desde chiquitos nos llevaron, con ellos aprendimos a dar nuestros primeros pasos y poco a poco, los fuimos dejando en el olvido, ellos que, sin pedir nada a cambio, nos llevan por la vida, nos acompañan en lo bueno y en lo malo y nosotros casi ni se lo agradecemos y en ocasiones, hasta los maltratamos.
Qué manera tan injusta de tratar a nuestro cuerpo, es todo lo que tenemos un cuerpo físico para trasmutar y sanar, un cuerpo físico para disfrutar, un cuerpo físico para sentir… Debemos atender a todas las partes porque todas ellas forman parte de nuestro yo, conformamos un holograma en el que todo está en el todo. El verdadero camino de la sanación es hacernos cargo de nuestro cuerpo, cuidarlo y respetarlo porque lo que hagamos con nuestro cuerpo, haremos con nuestra alma.
En nuestros pies está reflejado todo nuestro organismo, todo lo que nos ha ido ocurriendo en la vida ha ido dejando una serie de signos en nuestros pies y tal cual hayamos caminado se ha ido reflejando una energía en ellos. Veremos reflejados todos nuestros órganos y todos sus desequilibrios que nos hablarán de cómo está nuestro cuerpo tanto a nivel físico como energético.
La experiencia en esta terapia me lleva a decir, en cuanto a patologías se refiere, el pie es bastante sabio y lo que vemos reflejado en él es muy cercano a la realidad en casi todos los casos. Cuando observamos los pies de una persona, a niveles energéticos, la información que ellos nos dan es maravillosa: podemos ver los cuatro elementos reflejados en el aire, fuego, agua y madera, hablándonos cada uno de un aspecto de la persona; a través de esta visión podemos hacer una introspección de cómo está nuestro cuerpo, de cómo están nuestras emociones y de cómo nos sentimos, pudiendo ir siempre un poco más profundo dentro de nuestro interior, hablar con uno mismo, realizar cambios y modificaciones de patrones de comportamientos adquiridos de mucho tiempo atrás, empezar “el camino de la sanación”, a varios niveles: a nivel emocional (haciéndonos responsables de nosotros mismos) y a nivel físico (dándole oportunidad al cuerpo de empezar un reequilibrio de todos nuestros sistemas mediante el masaje, tocando los puntos reflejos de todo nuestro cuerpo a través de ellos y dejando de nuestro sabio sanador interior comience a hacer su trabajo).
Como reflexóloga, amo esta terapia, por los cambios que la persona, si se permite, realiza en poco tiempo, por la cercanía entre esos pies y mis manos, por el calor que siento y la conexión y complicidad de dos personas dando y recibiendo, dejando fluir esa energía tan maravillosa que siempre nos rodea y que tan pocas veces podemos permitirnos sentir.
Animo a todas las personas a hacerse un regalo para su cuerpo y su alma y sentir la maravilla de un estado perfecto de conexión con uno mismo y con el todo.
Fuente: evamariamena.com/