La ansiedad… un vocablo muy usado y pocas veces bien empleado. Porque… ¿qué quiere decir en realidad esta palabra? En seguida la pronunciamos, pero si tuviéramos que explicar más detalladamente su significado, nos costaría saber lo que en realidad queremos expresar.
Definición de Ansiedad
La ansiedad es en cierta manera una especie de miedo, miedo a enfrentarse a aquello que creemos de mayor magnitud a nuestras posibilidades y por tanto nos crea una impotencia, un malestar, una debilidad, un nerviosismo interno ante algo que se escapa a nuestro control. El ser humano necesita controlar todo aquello que le envuelve, incluso su propia vida, pero ésta muchas veces se vuelve imprevisible y ante lo inesperado comienza el sentimiento de temor.
Pero en la realidad nos da miedo decir que tenemos miedo, por ello lo traducimos en “ansiedad”, ya que por naturaleza nos han enseñado a ocultar nuestras debilidades, manteniéndonos constantemente fuertes y sino fingiendo que lo somos, aunque ello suponga no aceptar nuestros propios temores.
Esto ocurre en gran parte porque nos han dicho que en esta vida sólo gana el más poderoso, el que nunca se hunde, el que carece de miedos. Por todo ello los problemas se van acumulando, se van arrastrando sin solución, como que nada pasa, y crecen hasta que hacen daño. Es entonces cuando explosionan y “petan”, por mucho que ya intentemos obviarlos.
El rango a partir del cual se desencadena este estado es diferente para cada persona, ya que depende de nuestras propias herramientas para luchar, nuestra experiencia y nuestra inteligencia emocional. Un mínimo estrés ante nuevas adversidades resulta positivo, ya que nos ayuda a pensar con rapidez y encontrar soluciones adecuadas para cada momento. Pero si este estrés se mantiene ya no resulta funcional, se vuelve entonces contra nosotros y aparece el descontrol de la situación. Primero dañará la esfera psicológica provocando dicha ansiedad y a largo plazo se presentará el daño físico, que tan sólo es la consecuencia de un hecho emocional. Por ello muchas de las enfermedades hoy día son las llamadas psicosomáticas, ya que son la expresión de dolor de nuestro cuerpo ante un problema psicológico no solucionado y mantenido en el tiempo. El dolor es simplemente la expresión de que algo dentro va mal y que supera el poder de nuestra mente a la hora de gestionarlo.
Soluciones naturales
La Naturopatía dispone de un montón de suplementos en los cuales nos podemos apoyar a la hora de encontrar ese interior que nos hace sufrir, que provoca nuestra intranquilidad. Veremos a grandes rasgos las diferentes líneas de tratamiento de las que disponemos dentro de la Naturopatía:
Si optamos por la vía de la Fitoterapia, tanto en comprimidos como en infusiones, tenemos plantas como la valeriana, passiflora, hipérico, griffonia, tila, lavanda, espino blanco, lúpulo, melisa, amapola californiana y papaver rhoeas. Otras como la Rhodiola tienen un efecto adaptógeno, algo muy beneficioso en la esfera de la ansiedad donde carecemos de una adaptación ante una nueva situación que nos supera.
A través de la Complementación con los aminoácidos como la L-Teanina (contenida en el té verde), la Glicina o la L-Glutamina; así como el Inositol, uno de los más potentes ansiolíticos naturales. Y por su parte los minerales como el Magnesio, gran relajante muscular; los grandes Omega 3, especialmente el DHA, los cuales también los podemos aportar a través de la alimentación. O la novedosa Melatonina, un potente receptor neurológico que regula nuestro sueño sin crear dependencia y al mismo tiempo aumenta nuestro sistema inmune, el cual se ve debilitado ante situaciones estresantes, predisponiéndonos al mismo tiempo a constantes resfriados.
La Aromaterapia es una opción fácil y eficaz a través del aroma de aceites esenciales como la mandarina o la lavanda, colocada en la mesita de noche para combatir el insomnio secundario o con unas gotitas en la almohada de nuestra cama.
También tenemos la Oligoterapia, con el eje Manganeso – Cobre, que con sólo una pequeña toma de 2ml 1 o 2 veces por semana equilibramos nuestro estado nervioso.
Entrando en la esfera más psicológica recurrimos siempre a la mejor de las ayudas, las Flores de Bach, ya que nos potenciarán aquella virtud que poseemos para luchar contra las dificultades, pero que se ha visto oculta por un error en el transcurso del camino. Aquí encontramos remedios como Impatiens, Elm, Oak y muchos más, según nuestra necesidad en el momento dado. Tu flor será correctamente elegida por un buen terapeuta floral.
Como acción más global disponemos de la Homeopatía, donde el homeópata a través de una serie de preguntas encontrará cuál es el remedio de fondo que potencia tu personalidad y resta tu sufrimiento.
En la búsqueda de tu esfera emocional podemos acudir a la Meditación mediante el Yoga, el Pilates, el Taichí o el Reiki, aquella terapia con la que nos sintamos más reflejados. Sin olvidar la importancia del contacto con la Naturaleza, gran terapia para muchos males emocionales.
También las Terapias Manuales nos relajan a la vez que aclaran nuestras ideas y nos equilibran física y psíquicamente. Por ejemplo un masaje relajante general o mediante la Reflexología Holística, el Shiatsu o el Tuina. Y con una visión más holística la Acupuntura.
Todo ello siempre se verá favorecido por una correcta alimentación, donde una dieta Macrobiótica o energética enfocará nuestras emociones para encontrar el equilibrio emocional que hemos perdido mediante los flujos de la energía.
A través de todos estos complementos la tarea de base, que solamente radica en nosotros, será más sencilla. Pero no nos olvidemos de que la ansiedad no es más que un síntoma, una respuesta ante un presente que nos supera.
No atendamos el síntoma, hagamos caso de la señal y escuchemos la causa que nuestro interior grita.