Cannell, J. J., Vieth, R., Umhau, J. C., Holick, M. F., Grant, W. B., Madronich, S., … & Giovannucci, E. (2006). Epidemic influenza and vitamin D. Epidemiology & Infection, 134(6), 1129-1140.
En 1981, R. Edgar Hope-Simpson propuso que un “estímulo estacional” íntimamente asociado con la radiación solar explicara la notable estacionalidad de la gripe epidémica.
La radiación solar desencadena una fuerte producción estacional de vitamina D en la piel; la deficiencia de vitamina D es común en el invierno, y la vitamina D activada, 1,25 (OH) 2 D, una hormona esteroide, tiene profundos efectos sobre la inmunidad humana. 1,25 (OH) 2D actúa como un modulador del sistema inmunitario, previniendo la expresión excesiva de citoquinas inflamatorias y aumentando el potencial de “explosión oxidativa” de los macrófagos.
Quizás lo más importante es que estimula drásticamente la expresión de péptidos antimicrobianos potentes, que existen en neutrófilos, monocitos, células asesinas naturales y en células epiteliales que recubren el tracto respiratorio, donde juegan un papel importante en la protección del pulmón contra la infección.
Los voluntarios inoculados con el virus de la gripe vivo atenuado tienen más probabilidades de desarrollar fiebre y evidencia serológica de una respuesta inmune en el invierno. La deficiencia de vitamina D predispone a los niños a infecciones respiratorias.
La radiación ultravioleta (ya sea de fuentes artificiales o de la luz solar) reduce la incidencia de infecciones respiratorias virales, al igual que el aceite de hígado de bacalao (que contiene vitamina D). Un estudio intervencionista mostró que la vitamina D reduce la incidencia de infecciones respiratorias en los niños.
Llegamos a la conclusión de que la vitamina D, o la falta de ella, puede ser el “estímulo estacional” de Hope-Simpson.