Casi diez millones de españoles mayores de 16 años padecen lumbago o dolor cervical de forma habitual.Una cifra, tal como destacan los reumatólogos, muy preocupante que podría rebajarse siguiendo una serie de sencillas recomendaciones en el día a día.
Quien en algún momento puntual de su vida no ha sufrido un dolor en las lumbares o de cervicales? Las malas posturas tanto en el trabajo como en nuestra vida diaria, el sedentarismo, la obesidad y algunas actividades -sobre todo laborales- en las que se requiere de un gran esfuerzo físico, suelen ser los detonantes de este tipo de enfermedades que más del 80 por ciento de la población sufrirá a lo largo de su vida.
Y es que, aunque en algunas ocasiones no pasan de ser más que un incómodo dolor puntual, lo cierto es que en otros pueden convertirse en causa de dolor crónico si no se tratan a tiempo o de la forma adecuada.De hecho, tanto el típico lumbago como el dolor cervical se han convertido en las dos enfermedades crónicas que más se diagnostican en nuestro país a personas de más de 16 años, según refleja la Encuesta Europea de Salud en España realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicada hace poco más de un mes.
En concreto, el estudio indica que uno de cada cuatro españoles padece de manera frecuente estos dolores reumáticos, lo que en números redondos asciende a casi diez millones de personas en nuestro país con este tipo de problemas, una cifra muy superior a los que sufren hipertensión o alergias.
Algunas prácticas sencillas como es la realización de deporte -sobre todo la natación-, el reposo o unas simples normas básicas de higiene postural a la hora de realizar actividades tan cotidianas como ir de compras, hablar por teléfono, limpiar o planchar podrían reducir estas preocupantes cifras. Por ello, desde las consultas de los Servicios de Naturopatía y Quiromasajes se producen desde hace tiempo consejos prácticos para llevar a cabo en la vida diaria y reducir este tipo de enfermedades.
Estrés y tensión, principales causas
En cuanto al origen de este tipo de problemas reumatológicos, los expertos señalan que hay personas en las que las malas posturas, la falta de ejercicio o el sobreesfuerzo físico desencadenan un dolor cervical o lumbar que se cronifica si no se corrigen estos factores mecánicos.
Sin embargo, a veces no son factores externos los detonantes, sino que las causas de padecer dolor lumbar o cervical pueden encontrarse en la propia mala estructura de la columna -en personas que sufren escoliosis, que tienen alguna vértebra deformada por una osteoporosis importante, por ejemplo, o por artrosis- o en una masa muscular débil.
Pero curiosamente, desde la Sociedad Española de Reumatología se destaca que en la gran mayoría de los casos el origen del dolor cervical o lumbar radica en una tensión muscular mantenida, relacionada con frecuencia con estrés o tensión emocional.
Finalmente, como causas menos frecuentes, pero quizás más consistentes con la aparición de este tipo de dolor, se puede destacar por un lado los traumatismos, como giros o golpes bruscos, y por otro las enfermedades inflamatorias de la columna, como las espondilitis, artritis u otros.
Consejos básicos para evitar el dolor
Sea cual sea la causa, los expertos dejan claro que hay consejos comunes para mitigar el dolor y como apoyo a un tratamiento analgésico adecuado. Así, señalan que es preferible hacer un ejercicio suave, con estiramientos lentos, el reposo, que sólo se debe aconsejar en períodos de mucho dolor y durante un tiempo no superior a tres días.
Aparte del ejercicio controlado, para combatir el dolor lumbar se puede recurrir a la aplicación de calor local y los masajes, práctica que cada vez es más habitual en nuestra sociedad, pero para la que hay que recordar siempre que debe ser realizada por profesionales cualificados.
De todos modos, y siguiendo la norma de que “es mejor prevenir que curar”, aprender a coger peso de la forma adecuada, a caminar ya sentarse correctamente conduce a que se reduzca el número de veces que este tipo de dolor aparece. Y sobre todo, mantener una musculatura fuerte en la espalda es el mejor consejo para conseguir que, si llega, el dolor pase rápido.
Algunos de los consejos que hay que destacar en este sentido son: llevar el peso lo más cerca posible del centro del cuerpo (muy importante sobre todo con bolsas y mochilas, que no deben colgar mucho); doblar las dos rodillas si se coge peso del suelo y no hacer rotaciones de estos mientras se recoge la carga; evitar levantar objetos por encima de los hombros, si se trata de objetos pesados, buscar ayuda, ya la hora de hacer la compra o llevar equipaje, repartir la carga equitativamente entre las dos manos.
En el día a día …
Además de estas medidas, los quiroprácticos destacan que hay una serie de consejos preventivos para el día a día que ayudan a evitar este tipo de enfermedades. Así, señalan que si se está de pie durante un largo rato, lo más adecuado es alternar el peso del cuerpo en cada pierna, intentar doblar o apoyar un escalón o similar un pie cada vez y hacer basculamiento de pelvis de vez en tanto, sobre todo cuando seamos conscientes de que estamos arqueando mucho la columna.
A la hora de caminar, se debe hacer con la espalda recta, la barriga metida y los brazos colgando relajados.Además, hay que utilizar un calzado adecuado: ni tacones altos ni zapatos planos, que tengan una plantilla blanda y que no aprieten. Y si lo que hacemos es estar mucho tiempo sentados, es aconsejable cambiar de postura cada cierto tiempo, evitando aquellas en las que la espalda se arquea o quede sin apoyo.
Con respecto a nuestra postura en el coche, los expertos recuerdan que hay que acercar el asiento lo suficiente para que los pies alcancen los pedales cómodamente y situar las dos manos en el volante, y regular el reposacabezas para que realmente se reponga en él. Si hacemos trayectos largos, debemos detenernos cada dos horas y realizar ejercicios de estiramiento durante 5 minutos.
Uno de los momentos más importantes en el cuidado de la salud de nuestra espalda es el descanso nocturno. A este respecto, lo más recomendable es utilizar un colchón adecuado, ni demasiado duro ni muy blando, y evitar tanto los cojines excesivamente altos como dormir sin almohada. Cualquier postura es adecuada si se está a gusto, salvo aquellas en las que se arquea demasiado hacia fuera la espalda, lo que pasa en muchas personas cuando están boca abajo.
Y en cuanto a las tareas domésticas, los expertos apuntan diversas prácticas sencillas: arrodillarse o, al menos, doblar las rodillas al hacer la cama, al limpiar objetos que estén por encima de los hombros, subir a una altura; repartir la carga entre ambos brazos al volver de la compra, o planchar descansando una pierna en una pequeña tarima. Un buen consejo es intentar utilizar los abdominales para hacer cualquier tarea, incluso a la hora de coger objetos o subir escaleras.
El ejercicio físico, un valor seguro
En este tipo de patologías reumatológicas, la práctica de ejercicio, aunque sea leve, es siempre motivo de mejora. Y es que, hay que evitar a toda costa el sedentarismo, ya que con la realización de alguna actividad física no sólo se tendrá menos dolor, sino que el paciente se encontrará cada vez mejor.
Pero hay que tener en cuenta que la constancia en la realización de cualquier ejercicio es la base para que la rehabilitación tenga éxito. No vale con la realización esporádica de alguna actividad física. Por ello, hay que ser consciente de que si es algo que no gusta o que cuesta, no se incluirá en la rutina diaria.
Para ello se debe elegir un tipo de ejercicio que satisfaga y que se adapte a la situación personal de cada uno: natación si se tiene piscina cerca y se sabe nadar razonablemente bien, bicicleta estática si no se quiere salir a la calle , caminar a ritmo ligero, pilates, gimnasia de mantenimiento, tai-chi, etc.
Sin embargo, también se deben tener en cuenta varios aspectos importantes a la hora de ponernos “manos a la obra”. Así, si se realizan ejercicios específicos para la espalda o cuello, se deben hacer de forma gradual y, si se puede, al principio con supervisión. No se debe intentar hacerlo todo el primer día, sino que es aconsejable ir aumentando el ritmo e intensidad de los mismos de forma progresiva.
Finalmente, los expertos nos recuerdan una máxima a tener en cuenta siempre: los ejercicios no deberían producir dolor si están bien hechos. Si esto ocurriera, y no se tiene seguridad de estar haciéndolo bien, se reducirán a la mitad o incluso dejar de hacerlos, ya que podemos estar provocando una mayor daño a nuestra espalda. La ayuda profesional es, en estos casos, imprescindible a la hora de continuar con el ejercicio.
Fuente: Biosfera
Etiquetas: Naturopatas en la Red