Desde finales del siglo XIX el nombre tradicional asignado a la persona que utilizaba agentes naturales de salud o métodos naturales de salud (también conocido por “terapias naturales…”) es el de Naturópata.
A veces, los Naturópatas tenemos cierto complejo de inferioridad. Dudamos, incluso, de nuestra propia identidad. Y esto afecta en nuestra relación con la opinión pública y cómo influye a la hora, incluso de valorarnos. Los Naturópatas, ni hoy ni nunca, debemos agachar la cabeza y dejarnos vencer ante la primera tentativa de menosprecio. Es la hora de que el nombre de Naturopatía y Naturópata, lo reforcemos y exijamos en nuestros centros de trabajo, en las Escuelas de Naturopatía, en los sindicatos, partidos políticos, en la Administración, hasta en los medios de comunicación.
También hay que explicar al que se autodenominan o le denominen sin serlo, con el nombre de Naturópata, explicarle a él y a los usuarios, quién es el Profesional Naturópata Colegiado y qué funciones ejerce cada uno, se debe intentar explicar en todos los casos. Tenemos que estar orgullosos de nuestro nombre Naturópata en nuestras vestimentas de trabajo y en nuestro corazón. Ése es nuestro orgullo Naturopático.
Y, siendo de importancia relevante, también debemos sentirnos orgullos@s de poder contar con nuestra Organización Colegial Naturopática, porque de no existir, tendríamos que “inventarlo” para que la personalidad, única e indivisible de cada profesional Naturópata tuviera eco, sintiéndose defendido y amparado, frente a los grandes bloques que actúan y se superponen en nuestro entramado social, profesional y laboral.
El valor añadido de la Organización Colegial Naturopática también significa liderazgo de la profesión, como se demuestra con los importantes programas de formación continuada y actualización de conocimientos, así como, con el desarrollo de planes de divulgación hacia los profesionales y la presencia activa ante la sociedad.
Sin la Organización Colegial Naturopática, y a pesar de las dificultades a superar, no habríamos obtenidos logros importantes y hoy no estaríamos hablando de una Naturopatía española potente, con un nivel científico-técnico relevante, dotada de personalidad propia e identidad profesional, con la certeza de ser valorados por la ciudadanía, con más o menos reconocimiento de otras profesiones y con un notable nivel de prestigio, en el seno de la Federación Mundial de Naturopatía (WNF)